AMÉRICA-ESPAÑA, SOLIDARIDAD Y COOPERACIÓN
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En Europa y en España se asiste a uno de los mayores cambios sociales y culturales de los últimos tiempos. No lo encabeza la tecnología, ni el
militarismo, ni siquiera el llamado fenómeno de la globalización de capitales, ni ninguno de los factores que en otros siglos protagonizó el auge de
este pequeño rincón del globo. Lo protagonizan las personas, los seres humanos, la mezcla de hombres y mujeres de diversos pueblos, de orígenes
variados, de culturas diferentes, de experiencias vitales y de afectos, sin embargo, cercanos.
Muchos pueblos de Europa, en un marco de convivencia democrática, han ido vislumbrando nuevos escenarios políticos y sociales, haciendo nacer una
apuesta por una sociedad intercultural, multiétnica y de pluralismo religioso y lingüístico, que hace de esta diversidad su fortaleza y su propuesta
política frente a otros modelos cerrados, generadores de unilateralidad y de unidimensionalidad.
Dentro de la construcción de este nuevo espacio de consenso y de esta nueva sociedad, los inmigrantes debemos ser un actor más, con iguales
aspiraciones y con iguales esfuerzos y deberes. Porque la sociedad cambia y debe incorporar estas nuevas realidades. También para los inmigrantes está
abierta la utopía de participar plenamente en la construcción de un modelo de convivencia donde todos y todas tengamos cabida en pie de igualdad de
reconocimiento y de oportunidades.
Los inmigrantes como una categoría que aglutina no sólo a los venidos de otros lugares, sino también las nuevas relaciones entabladas aquí, los hijos
de quienes vinieron antes, las familias mixtas y una gran parte de la sociedad nativa que convive, respeta y hace suyos muchos de los valores,
propuestas y sentimientos de la inmigración. Todos somos inmigrantes.
Pero lamentablemente los inmigrantes no cuentan en la actualidad con el mismo reconocimiento, con el mismo respeto, con los mismos derechos. Y este
anacronismo debe cambiar si queremos aspirar a una sociedad más justa y democrática.
Por eso quienes firmamos este manifiesto hemos elegido apostar por la visibilidad. Que nos vean, que nos oigan, que nos reconozcan.
Nos hacemos visibles, nos haremos cada vez más visibles, reclamaremos cada vez más nuestra visibilidad y nuestra presencia porque con ello queremos
apelar a la ciudadanía, a los agentes sociales, a los agentes políticos, para que reconsideren la actual situación en la que los inmigrantes no
podemos participar plenamente en la vida política y social de la nueva sociedad. Para ello, entre otras cosas, debe reconocerse el derecho al voto por
residencia.
Apelamos a una reconsideración de las reglas de juego no en beneficio propio, sino de la sociedad, no en apelación de un privilegio, sino de una causa
de justicia.
Por eso llamamos a que se ejerza de forma simbólica por parte de quienes apoyan nuestros anhelos el “voto” por el “sí” del derecho al voto de los
inmigrantes. Porque somos parte del nuevo rostro de la ciudadanía.
Nosotros votamos sí.
QUE NOS VEAN, QUE NOS OIGAN. POR EL RECONOCIMIENTO Y LA PLENA PARTICIPACION.