Pensamiento - Sobre el lenguaje (Herramienta Palabra)
Lenguaje inclusivo. Página crítica al lenguaje de la exclusión y la opresión
Mujer Palabra
Nosotras, como feministas, aspiramos a una sociedad de hombres y mujeres que sean personas, donde no quede rastro de los aspectos injustos del ser femenino y ser masculino que hemos conocido, de esos patrones que se basan en la opresión, el desprecio y la explotación hacia todo un grupo humano, las mujeres, y por subestimación de nuestra inteligencia, en realidad, hacia toda la especie.
La lucha por el lenguaje inclusivo es la lucha por usar un lenguaje más justo, menos violento, esto es, un lenguaje que no sea utilizado contra nadie como arma de exclusión y opresión en la sociedad. Intentar ser sensibles a usar un lenguaje menos machista y masculinista neutralizando los usos del masculino singular al sustituirlos por otras expresiones o por la inclusión también del femenino singular es un gesto democrático y civilizado, fundamental, como dejar de usar expresiones que podrían herir a grupos que tradicionalmente han sido maltratados, por ejemplo, gente con una sexualidad o con rasgos físicos distintos a los del grupo dominante.
Por lo tanto, consideramos absurdo que se ridiculice la búsqueda y el uso espontáneo de un lenguaje que incluya a las mujeres como personas.
Aquí encontrarás ideas para comprender: por qué el masculino singular no es "neutro", por qué hay ahora nombres femeninos que no existían, por qué el lenguaje es machista y cómo comprenderlo nos ayuda a hablar de maneras más fieles a nuestras concepciones y cómo no comprenderlo nos estanca en una visión anacrónica de las relaciones humanas...
Ejemplos de lenguaje inclusivo: toda Mujer Palabra está hecha usando lenguaje inclusivo (no sólo inclusivo de las mujeres, por cierto). Un ejemplo es la Página web para estudiantes de secundaria También puedes consultar la Recursos donde recogemos diferentes propuestas para evitar y combatir usos machistas del lenguaje, el índice de nuestra sección Sobre el lenguaje de Pensamiento, donde hay más análisis feminista del tema, y Herramienta Palabra de Activismo, donde encontrarás campañas, cursos y más cosas.
El masculino singular jamás ha sido "neutro". Los hombres que han escrito y llegado a nosotras y nosotros escribían dirigiéndose a otros hombres y sobre el mundo desde su perspectiva como hombres, no como personas o seres humanos. La noción de "derechos humanos", entender que las personas somos iguales en derechos al margen del sexo, del papel en la sociedad, de la orientación sexual, la cultura o el color de piel, es algo tan reciente como de 1945. La "-o" es indicativa de masculino: en español hay dos géneros en gramática, el masculino y el femenino. Pero esto no es lo más importante, porque si hubiera habido un neutro, no lo habrían usado: cuando escribían antes las mujeres no contaban, sencillamente. De la misma manera que no escribían para todos los hombres. El número de ejemplos que lo demuestran es apabullante y la ceguera incluso de profesores y profesoras de lengua es incomprensible, e indicativa cómo de ideologizada es lo que llamamos "la mentalidad por defecto", que es la visión de la mayoría, que es esa el conocimiento ahora no está enclaustrado en monasterios y bibliotecas reales, y podemos acceder a él y generarlo con análisis, debate e investigaciones.
Para ilustrar que el masculino no es, como Adán respecto a Eva, algo que incluye el femenino, hemos elegido un ejemplo reciente, de un artista, además, que en su día abrió brechas transformadoras, importantes para la cultura. Observad cómo comienza el Manifiesto Surrealista de André Bretón y plantearos si, efectivamente, esto es irrelevante para saber desde dónde se concibe el mundo y las relaciones, y si no sería mejor ampliar la visión y reflejarlo en un lenguaje más justo:
Tanta fe se tiene en la vida, en la vida en su aspecto más precario, en la vida real, naturalmente, que la fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio, al sentirse de día en día más descontento de su sino, examina con dolor los objetos que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido al través de su indiferencia o de su interés, casi siempre al través de su interés, ya que ha consentido someterse al trabajo o, por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades... ¡Lo que él llama oportunidades! Cuando llega a este momento, el hombre es profundamente modesto: sabe cómo son las mujeres que ha poseído (...)
Y basta estudiar, analizar todo lo que las mujeres pensadoras y artistas estaban haciendo en esos años en París, por ejemplo, y lo que nos llegó como representativo de esos años, mismamente en los movimientos surrealista y dadaísta.
La crítica no lo destruye todo, ayuda a construir: entender de dónde venimos no implica despreciar lo que hicieron antes, sino justamente, mejorarlo, o mejorar.
Más reflexiones sobre la importancia y la no neutralidad del lenguaje...
En 2007 notamos por ejemplo que las universidades españolas como la UNED siguen usando el masculino singular para referirse a las estudiantes en la titulación que ofrecen, incluso aunque su Rectora firma en femenino y sus profesoras han empezado a firmar así en los títulos y papeletas, como mujeres. En el verano del 2004 nos enviaron casos de virulentos ataques antifeministas (de hombres que se consideran progresistas) publicados en la prensa más conocida: continúan arremetiendo contra la búsqueda de un lenguaje no machista o masculinista. (No se aburrirán, como tampoco se aburren de facilitar que se vendan coches con anuncios donde se usa a las mujeres como objetos sexuales.) Machista, decimos, porque lo masculino —es decir, el modelo ideológico-biologicista imperante y no los hombres como personas— es producto de un sistema patriarcal que recibimos de una sólida tradición transcultural de siglos, sistema que hasta ahora contaba entre sus más preciadas herramientas (junto con la Iglesia, el Ejército y los Monstruosamente Ricos) con un lenguaje parcial, que no permitía que se visualizara o incluyera la percepción o existencia de la mujer como ser humano. (Lo que no significa que no hubiera percepciones feministas en épocas anteriores: tras la revolución francesa, Mary Wollstonecraft se vio obligada a escribir la A Vindication of the Rights of Woman , una reivindicación de los derechos de las mujeres, para completar la que habían hecho del hombre, porque era del hombre, no de todas y todos los seres humanos. Os invitamos a leer la maravillosa cantidad de investigaciones que el siglo XX y XXI van aportando sobre una recuperación de toda la Historia que fue excluida de los libros que nos llegaron.) Un lenguaje además que reduce/reducía el ser hombre a un modelo de identidad, de comportamiento que sin duda alguna no le sirve a todo hombre que aspire a ser una persona, que también le daña si no es hombre de la Iglesia, militar o monstruosamente rico o, u hombre que, falto de todo poder mencionado porque se lo quedan esos otros hombres, acata el ideal machista de que por ser hombre algún poder tiene como mínimo: el derecho sobre las mujeres, la brutal promesa, encarnada en su extremo en el tema silenciado siglo tras siglo, por considerarse "natural", "inevitable", la violación, la forma de tortura misógina por excelencia.)
Qué irritante les parece que la gente busque soluciones para superar una omisión tan grave, omisión, por ejemplo, que se observa si se analiza el hecho de que en toda nuestra anterior historia sólo han accedido al conocimiento escrito sin restricciones no ya todos los hombres, sino los hombres vinculados al poder, como clase en sí, y que en los escritos, cuando creían hablar del ser humano, en realidad hablaban sólo de ellos, en realidad sólo los dirigían a hombres con su mismo estatus. (Y así hablaban de las mujeres, cuando las incluían Aristóteles o Platón.) Estamos recuperando obras de gente independiente (¡y cuántas personas y obras valiosas para la especie se han perdido para la historia en "la masa anónima"!), pero ahora nos referimos a lo imperante y a la tradición, no a estas excepciones y estos caminos que estamos abriendo de transformación. (Por cierto, qué fácilmente se sacan excepciones frente a críticas feministas y qué fácilmente se aceptan generalizaciones en temas mucho más difíciles de generalizar.)
No sólo los hombres en el poder han mantenido la opresión. No sólo ellos se burlan de las feministas, del lenguaje inclusivo, de los hombres no machistas, de todo lo que cuestione el estatus quo. Incluso entre quienes parecen pasarlo tan bien y estar tan refrendados, hay buenas personas. Recordemos los amos de esclavos, por ejemplo: siempre había alguien que trataba "bien" a su... "mercancía", quizá por razones humanitarias también, quizá por saber que nada podría justificar las violaciones constantes, los golpes continuos, que se sumaban a la privación total de libertad. La existencia de buenas personas en épocas donde estaban normalizadas prácticas salvajes no invalida el hecho de que existía la esclavitud o que la esclavitud era mala para la gente negra y posiblemente (aunque de manera muy diferente) para esas mismas buenas personas blancas, porque, quieras que no, con su "seguir la onda" se degradaban.
La discriminación contra cualquier ser humano sólo nos aleja de lo que sería una sociedad inteligente y justa. Pensar que el lenguaje no tiene nada que aportar a la creación de una sociedad más justa, cuando el lenguaje conforma como poco gran parte de nuestros pensamientos (Los límites de mi lenguaje son los límites de mi conocimiento, decía el filósofo Wittgenstein) es idiota, malintencionado. Esta omisión de la mujer como persona (y no como constructo desde el poder de lo que debe ser una mujer para que ese poder funcione como lo desean quienes lo detentan) se puede investigar analizando el uso del masculino singular en textos de todas las épocas.
Es un hecho constatable que el lenguaje está cambiando con la democratización de la vida social, que estos cambios son productos de nociones de libertad, solidaridad y justicia. En nuestra sociedad y en muchas otras, la incorporación de las mujeres a lugares distintos de la casa, el mercado y la peluquería, a actividades que siglo tras siglo sólo se le permitían a los hombres, tiene un impacto directo e inevitable en el lenguaje, guste o no guste a quienes se sienten tan molestos con este hecho. El lenguaje se amolda a esa nueva situación, se enriquece con ese avance social, y esto se manifiesta, por ejemplo, en la inclusión en el uso de los femeninos singulares. Hace diez años (1994) decir abogada, profesora, doctora, presidenta, ministra, jefa, jueza, cartera, licenciada, catedrática, investigadora... daba risa y hoy da tristeza, o incluso risa, oír que una mujer abogada se llama a sí misma abogado, o que una licenciada rellena sin rechistar (¿por irrelevante?) un documento oficial donde pone: licenciado, en lugar, por ejemplo, de licenciatura, o licenciado/a, como ya la ley procura y defiende en los títulos que emite.
Estas transformaciones del uso de las palabras para ajustarlas a una percepción más democrática o inclusiva de la estructura social, ocurrirán inevitablemente (como estamos viendo) aunque las personas que tan nerviosas se ponen con el tema sigan burlándose en los medios de comunicación o dando órdenes que recuerdan al franquismo para evitar que los documentos oficiales se redacten correctamente, incluyendo opciones no masculinistas ("licenciatura", allí donde escriben "licenciado"; "población refugiada" allí donde hablan de "los refugiados") o versiones -o/a o -a/o ("licenciado/a", "las refugiadas y los refugiados", "las y los profesores"). Además de los usos espontáneos, han sido precisamente las feministas conscientes de serlo y en general las mujeres librepensadoras que no podían constreñirse a los moldes femeninos quienes han identificado la problemática de un lenguaje no adecuado. Su lucha les ha reportado burlas, agresiones, pero ésta no ha hecho más que abrir, allanar el camino a un hecho social que despuntaba. (Desde aquí, un reconocimiento a nuestra dura tarea.)
Sobre la artificialidad. Corregir un hecho discriminatorio lingüístico es artificial, sin duda, pero el uso soluciona ese tema. La costumbre se genera rápido cuando la población hablante percibe su necesidad, y eso ha sido lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo, si contamos a las mujeres (no con aquellas a quienes les hace ilusión llamarse "abogado, secretario, catedrático", sino las otras), y sobre todo a las niñas, pues a medida que van incorporándose a la vida social, consciente o inconscientemente adaptan el lenguaje. Y es que las lenguas son maravillosas, y están vivas, por más empeño que ponga la Real Academia en fosilizar su uso (Únete a nuestro grupo de Facebook por la búsqueda de un lugar adecuado para esta institución). Como hemos mencionado, es cierto que sigue habiendo una resistencia ideológica que, como con todo lo que tenga que ver con cuestionar el estatus quo, ridiculiza y arremete con cualquier intento de mejorar la situación civilizadamente. Esa resistencia sirve como medida de la violencia que usan quienes se beneficiaban de esa situación. Es duro, lo comprendemos, pasar a tener que compartir las parcelas exclusivas con todo el mundo, pero la especie humana debe aspirar a algo más que la barbarie de la injusticia y la guerra, pensamos, y estamos en el grupo que así lo pretende y persigue.
La cuestión de si la inclusión puede convertir el lenguaje en algo que no sirva para la comunicación es irrelevante, a nuestro modo de ver, primero porque lo importante es que las personas estén bien, no respetar la tradición (que el lenguaje sea como siempre ha sido), y segundo, porque el lenguaje se va regulando sólo, siempre en función de lo posible, de lo más fácil. Los avances que hacemos se combinan con casos difíciles de resolver, pero esto no invalida lo que se va resolviendo, y no debería crear ceguera sobre lo que se resuelve. Se hace lo que se puede, y tiene valor lo que se resuelve. (Podéis ver ejemplos en nuestra lista de propuestas para combatir el lenguaje machista.) Es decir, nosotras rechazamos la criminalización, la tabuización (se entiende, ¿no?) del uso del lenguaje, lo que implica tolerancia, convivencia normalizada con quienes se sienten extrañadas/os del lenguaje si usaran el que a nosotras nos parece mejor, y nosotras estamos a favor de la crítica razonada de las actitudes que nada tienen que ver con esto de sentirse mal usando un lenguaje que no te sale natural, tenemos un compromiso con desenmascarar la "ofensiva de los machistas recalcitrantes", supuestamente velada. ¿Por qué no nos pone nerviosas que la gente no haga lo que nos parece importante hacer? Pues porque lo importante no es convencer, sino que la gente asuma cosas de manera natural, y eso lleva tiempo; en el caso del lenguaje, además, poco tiempo, porque muchas cosas con un poco de uso se asumen rápido, y si no lo creéis, fijaros en los femeninos singular de oficios antes "prohibidos" que hemos mencionado arriba. ¿Cuántos años han tardado en arraigar en el uso común?
Las soluciones para democratizar el lenguaje las aplicamos todos los días, seamos conscientes de ello o también de manera inconsciente, y si lo observáis, lo podréis comprobar. Y está empezando a ocurrir que cuando no se aplican y seguimos hablando nos empezamos a sentir mal, como si el lenguaje nos forzara. Algo importante está ocurriendo en el lenguaje.
Cuando la sociedad no conciba la omisión de la mujer, no tendremos que estar echando luz sobre estos hechos. A nosotras nos aburre tener que estar escribiendo sobre estas cosas, pero vemos que sigue siendo necesario, porque como sabe cualquier persona inteligente, a veces lo más difícil de ver es justamente lo evidente. La gente no tiende a querer ser consciente de todas las cosas que lleva encima "aprendidas por defecto", y como eso es parte de su constructo de identidad, se pone muy agresiva frente a cualquier cuestionamiento crítico, incluso aunque intuya que es justo.
Daremos la bienvenida a reflexiones sobre este tema, sea en la forma de aforismo, listado, artículo, viñeta, audiovisual, etc. Esto quiere decir, colateralmente, que no dudaremos en no publicar falacias que se exhíben en todos los medios públicos y privados, escritos ideológicos basados en la oratoria y la fobia al contenido, ideas recalcitrantes que validen la violencia que se le hace a la gente y al lenguaje intentando fosilizarlo y perpetuar una situación injusta que se intenta superar. Las cosas buenas hay que defenderlas, porque siempre son las que menos espacio tienen y las más atacadas. Y es que estamos a favor de la libertad de expresión y cansadas de oír sandeces de quienes no pueden convivir si los demás no hacen lo que ellos o ellas quieren que hagamos, principalmente servirles.
Información sobre uso de este material: las ideas son de dominio público, la cultura es un derecho humano
Publicado en mujerpalabra.net en 2004, revisado en 2006, 2010 - por terminar de revisar en 2011