Pensamiento - Sexualidad, afectos y cultura
Tu papá será ahora tu novio
María Luisa Latorre
"Tu papá será ahora tu novio" le dice un padre a su hija, vestida como una princesa, mientras ella lo mira con adoración. Tal es la escena de un programa en la cadena de televisión ABC sobre "bailes de pureza" (purity balls), un fenómeno que según afirma el video, es imparable en Estados Unidos. No sé que da más yuyu, el aspecto incestuoso de la relación padre-hija o el hecho de que ABC haya colgado el video en una página llamada simplemente "relaciones" cuando debería archivarla bajo algo llamado "ritos heteropatriarcales para oprimir a la mujer", por lo menos. No menos degradante para las mujeres es como se normaliza por los medios ceremonias que consisten en que niñas en el umbral de la adolescencia juren a sus padres (y solo a ellos, no a las madres) que no tendrán relaciones sexuales hasta el matrimonio y los padres se comprometan a salvaguardar la "pureza" de las hijas. La ceremonia incluye momentos edificantes como el colocar una rosa blanca (simbolizando pureza) a los pies de una cruz de madera e intercambios de anillos de pureza (como arras de matrimonio) entre padres e hijas consolidando más si cabe el aspecto bizarro-incestuoso.
La mayoría de los medios aluden a estas ceremonias como un fenómeno limitado a algunos grupos ultra religiosos del país mientras afirman que el número de tales bailes (o eventos inspirados en ellos) se extienden, a "48 estados" (EEUU tiene 50), y que hay interés en celebrarlos internacionalmente, información que no parece ser confirmada por ningún medio informativo, ni desmentida por el creador del "movimiento" Randy Wilson .
Tanto si el fenómeno realmente se multiplica a pasos agigantados o los medios están dando mucha publicidad a la versión estadounidense de la ablación, el tratamiento que muchos medios dan de estas ceremonias, como una oportunidad de fortalecer el vínculo entre padres e hijas, sin hacer mención del peligro que es ligar el valor de una mujer o niña a su sexualidad, es preocupante. Tampoco hablan del doble rasero con el que se miden las relaciones sexuales en hombres y mujeres ni se molestan en incluir una perspectiva de género la cual obviamente ve en estas ceremonias un intento por parte del patriarcado de controlar el cuerpo, la sexualidad de las mujeres. El tono usado para hablar de los "purity balls" es, como, mucho, jocoso, sin profundizar en la raíz del problema, la cual es el ataque a los derechos conseguidos por las mujeres norteamericanas que tanta ansiedad produce al patriarcado, a través del retorno a los roles de género tradicionales.
El hecho de que vivamos en una sociedad hipersexualizada, que cosifica el cuerpo de las mujeres mientras a ellas les dice que se mantengan vírgenes hasta el matrimonio coloca a las chicas en una situación imposible: "Sé sexy, pero no tengas relaciones sexuales". No es de extrañar, entonces, que 88% de los y las jóvenes que dicen "reservarse para el matrimonio" acaben rompiendo la promesa con consecuencias serias por la falta de educación sexual y sentimientos de culpa.
Los "purity balls" son parte de iniciativas pro-abstinencia sexual que han lanzado grupos conservadores en EEUU, iniciativas que han contado en el pasado con apoyo presidencial durante los gobiernos de Reagan y Bush (hijo). Estas iniciativas resultaron en programas diseñados para combatir problemas sociales como enfermedades sexuales y embarazos entre adolescentes. Los métodos fueron el fomentar el sexo solo dentro de la institución patriarcal del matrimonio y la falta de educación sexual. Este concepto disfuncional de la abstinencia sexual ha resultado, entre otras aberrantes practicas, en los "purity balls". Ya se sabe que la abstinencia no funciona y que la falta de educación sexual causa problemas, pero muchos medios de información siguen discursos patriarcales y están siempre atentos y dispuestos a informar de eventos o prácticas "extrañas", cuanto más chocantes, mejor. A pesar de que esta aberrante tradición no está tan extendida como parece, no dudan en insistir en su frecuencia, y de esta manera contribuyen a un discurso misógino, que fomenta y normaliza la degradación de la imagen de la mujer en la opinión pública.
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Publicado en mujerpalabra.net en agosto 2014