Activismo - Poblaciones en resistencia
Por qué votar
Por anarquistas feministas
Sr Presidente: ¿cuánto tenemos que esperar las mujeres para ser libres también?
La lucha social no debería basarse en renunciar a derechos, por imperfectos que éstos sean. Tiene que haber otro camino. Por ejemplo, construir sobre lo que construyeron activistas sociales en el pasado, introduciendo mejoras o incluso cambios radicales, pero no renunciando a derechos que otras personas van a seguir teniendo. No parece sabio rechazar de plano logros sociales, pues ninguno se consiguió porque "los poderosos" nos lo otorgaran, sino porque hubo gente valiente y generosa, lúcida, que luchó por ellos.
Es el sistema el que debe servir a las poblaciones y mejorar, no las poblaciones las que deben renunciar a logros sociales. Si algo a lo que tienes derecho procede de la lucha social, antes de rechazarlo, conoce cómo fue que se luchó por aquello.
Votar, además, no te impide que hagas muchas otras cosas incluso más eficaces para cambiar el mundo; es una cosa más, y no de las más importantes, justamente porque para mejorar el gobierno de las sociedades hace falta mucho más trabajo en muchos otros sentidos. Votar no es "un deber sagrado", es una cuestión estratégica en la lucha social, es sencillamente una acción realizada en el contexto de la sociedad real en que se vive, cuando ésta contiene más espacios de libertad que aquella que está sometida a violencia física absoluta (también) o a un régimen dictatorial militar.
No votar no implica cambiar el sistema de estas otras sociedades con más espacio para luchar, pues un no votar no anula el derecho de otras personas a hacerlo y el sistema está diseñado para absorberlo, convirtiéndolo en abstencionismo.
Hay innumerables cosas que se pueden hacer todos los días antes que renunciar a derechos. Debemos, urgentemente, mejorar las democracias existentes (el ideal, la democracia directa, para nosotr@s, con equilibrio entre las libertades y derechos colectivos e individuales), porque también generan violencias, pero parece absurdo hacerlo renunciando a derechos que son de todas las personas, y lógico hacerlo trabajando todos los días en todas las áreas posibles de la vida cotidiana, personales y sociales, íntimas y políticas.
Las sufragistas consiguieron derecho a voto en una lucha social que hizo muy duras sus vidas (aunque también en ocasiones felices), pues tuvieron que enfrentar todo tipo de violencias, desde la burla de la sociedad, el rechazo y chantaje emocional de sus seres queridos, a la tortura en las cárceles.
Otro ejemplo fue en España, durante la República. La gente anarquista no sólo trabajó contra la dictadura de Primo de Rivera, se llamó a votar cuando pudo, y votó, en defensa de un sistema que era mejor que la dictadura; incluso aunque no tenían partido político, ¡tuvieron cuatro representantes en el Parlamento, que dirigieron cuatro ministerios: Justicia, Sanidad y Asuntos Sociales, Comercio e Industria!
No son buenos los dogmas de fe, las fórmulas fijas, las ideas incuestionables. Importa el momento en que se vive y conocer la sociedad en que vive, pensar, (re)ubicarse.
Al menos, piénsatelo antes de no votar.
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Publicado en mujerpalabra.net en el verano del 2011