Activismo - Feminismo - Contra la violación

El desarrollo de la fuerza y la habilidad física siempre fueron actividades por razones culturales mayormente practicadas por hombres. Por esto, no es sorprendente que ellos tengan más fuerza que nosotras. Tal vez, si nos dedicáramos también a la albañilería y los hombres a la educación de lxs niñxs, las cosas serían muy distintas.

Conocer las posibilidades de nuestro cuerpo y empezar a desarrollar los músculos nos da la posibilidad de sentirnos con mayor confianza, seguridad y autonomía. Por ejemplo, a la hora de correr un mueble en vez de llamar a un hombre para que lo haga solo, llamar a una amiga y hacerlo entre las dos es un gran paso.

Tanto la fuerza como las actividades culturalmente determinadas para los géneros son un mito fácilmente abolible. Es tan simple para una mujer aprender a cambiar el cuerito de la canilla, como lo es para un hombre tender la cama o lavar la ropa.

El aprendizaje de oficios útiles como electricidad, plomería, etc y la destreza física aportan a la autonomía e independencia de toda persona. Un dato concreto es saber que se necesita la misma fuerza para levantar 4 kilos de verduras, que para romper un tabique con un golpe dado en el lugar correcto. Muchas veces no nos damos cuenta de lo fuertes que somos como para soportar tanto daño, creyéndonos débiles, sin detenernos a pensar que toda la energía que depositamos en una relación enfermiza, podemos utilizarla en algo que nos haga bien.

A partir de esto no dejaremos que nadie que nos rodee nos trate mal, nos controle, ni lastime. No nos callemos, el silencio nos transforma en cómplices. No deleguemos sólo en el juez de turno o en el tribunal, no esperemos a que la policía reaccione. Porque para dificultar un poco más el laberinto, si una mujer que pide ayuda en la justicia, se enfrenta con algún representante machista, lo único que conseguirá será que archiven su causa por los siglos de los siglos.