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Carta a la amada inmortal
Ludwig Van Beethoven
Mi ángel, mi todo, mi yo... ¿Por qué esa profunda
pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir
nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencias de todo
y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas
enteramente mía y yo enteramente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla
la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia
de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí
para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente
que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos
completamente unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido
lo doloroso. Mi viaje fue horrible...
Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro,
mi todo como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y
deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...
Tarde del lunes... Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy,
también allí estás tú conmigo. Conmigo
y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. ¡¡¡Qué
vida!!! ¡¡¡Así!!! Sin ti... perseguido
por la bondad de algunas personas, que no quiero recibir porque
no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre.
Y cuando me considero en conexión con el Universo, ¿qué
soy yo y qué es aquél a quien llaman el más
grande? Y sin embargo... ahí aparece de nuevo lo divino del
hombre. Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi
primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me
amas ¡mucho más te amo yo a ti!... ¡Buenas noches!
En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay,
Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro
amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las
murallas del cielo!
Buenos días, siete de julio. Todavía en la cama se
agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto
jubilosos como tristes, esperando a ver si el destino quiere oírnos.
Vivir sólo me es posible, o enteramente contigo, o por completo
sin ti. Sí, he resuelto vagar a lo lejos hasta que pueda
volar a tus brazos y sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo
enviar mi alma al reino de los espíritus envuelta en ti.
Sí, es necesario. Tú estaras de acuerdo conmigo, tanto
más conociendo mi fidelidad hacia ti, y que nunca ninguna
otra poseerá mi corazón; nunca, nunca...
"¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá
que estar separados, cuando se ama así? Mi vida, lo mismo
aquí que en Viena, está llena de cuitas. Tu amor me
ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más
desgraciado. A mis años, necesitaría ya alguna uniformidad,
alguna normalidad en mi vida. ¿Puede haberla con nuestras
relaciones?... ángel, acabo de saber que el correo sale todos
los días. Y eso me hace pensar que recibirás la carta
en seguida.
Está tranquila. Tan sólo contemplando con tranquilidad
nuestra vida alcanzaremos nuestra meta de vivir juntos. Está
tranquila, quiéreme. Hoy y ayer ¡cuánto anhelo
y cuántas lágrimas pensando en ti... en ti... en ti,
mi vida... mi todo! Adiós... ¡quiéreme siempre!
No desconfíes jamás del fiel corazón de tu
enamorado Ludwig.
Eternamente tuyo, enternamente mía, eternamente nuestros.
Ludwig Van Beethoven
Publicado en mujerpalabra.net en 2004