Conoce a - Cartas
Carta de Freud a la madre de un paciente
Sigmund Freud
Viena, 9 - 4 - 1935
Estimada señora:
Deduzco, por su carta, que su hijo es homosexual. Lo que más
me impresiona es el hecho de que usted haya omitido este término
cuando me ha hablado de él. ¿Puedo preguntarle por
qué lo evita? La homosexualidad, desde luego, no es una ventaja,
pero tampoco es nada de lo que haya que avergonzarse. No es un vicio,
ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como
una enfermedad. Más bien la consideramos una variación
de la función sexual, originada en una detención del
desarrollo sexual.
Muchas personas sumamente respetables, tanto de la antigüedad
como del presente, han sido homosexuales. Entre ellos están
algunos de los más grandes: Platón, Miguel Ángel,
Leonardo da Vinci, etc. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad
como si fuera un crimen, y una gran crueldad también. Y si
no me cree, lea los libros de Havelock Ellis.
Cuando me pregunta si puedo ayudarla, supongo que quiere decir si
puedo acabar con la homosexualidad de su hijo y reemplazarla por
la normalidad, por la heterosexualidad. La respuesta es, en términos
generales, que no podemos asegurar un resultado. En cierto número
de casos hemos logrado despertar los gérmenes frustrados
de las tendencias heterosexuales, que están presentes en
todo homosexual, pero en la mayoría de los casos esto no
es posible. Es cuestión de la personalidad y de la edad que
tenga el individuo. Los resultados del tratamiento no pueden predecirse.
Lo que el psicoanálisis podría hacer por su hijo es
algo muy diferente. Si se siente infeliz, neurótico, desgarrado
por los conflictos, inhibido en su vida social... el análisis
puede traerle armonía, paz mental, plena eficiencia, independientemente
de si sigue siendo homosexual o si cambia. Si usted se decide, yo
podría encargarme de hacerle el análisis. Pero no
creo que sea posible. El tendría que trasladarse a Viena,
pues yo no tengo la intención de moverme de aquí.
Sin embargo, no deje de darme alguna respuesta.
Atentamente, y con mis mejores deseos,
Sigmund Freud
Publicado en mujerpalabra.net en 2004