Creadoras - Narraciones
Capítulo 1, "El sistema Estorpón y sus habitantes", del cuento Torpón III: las aventuras de Torpina
Cristina Calle Guisado
Versión imprimible Creadoras en MP: Capítulo 1 (2 págs.)
En una galaxia muy, pero que muy lejana, denominada sistema Estorpón, se encuentran los tres planetas torpes, conocidos como Torpón I, Torpón II y Torpón III.
Los habitantes de estos planetas tienen algo en común: su torpeza. Torpeza tal como tropezar con facilidad por las calles, trabárseles la lengua al hablar, no encontrar nunca el botón de On para poner en marcha los aparatos, entrar demasiado tarde en el tren y que la puerta les pille, caer una y otra vez por las escaleras, chocar con las farolas por la calle...
Tanto en Torpón I como en Torpón II, niños y niñas, chicos y chicas, son torpes por igual, aunque su torpeza se acaba milagrosamente al cumplir una cierta edad. En el caso de Torpón I, al cumplir los 11 años; y en Torpón II, al cumplir los 18.
Sin embargo, en Torpón III, los niños son increíblemente hábiles desde muy corta edad, mientras que las niñas, desde su nacimiento, muestran una gran torpeza para realizar cualquier actividad.
La única cura de la torpeza femenina que parece posible en este planeta, es casarse antes de los 25 años con un hombre perfecto. Un hombre que la enseñe a no ser torpe. Esta es una de las muchas normas del planeta, normas muy estrictas cuyo incumplimiento se castiga con el destierro a otros planetas, como la Tierra.
Los reyes de Torpón III tienen una única hija, heredera al trono. El nombre de la princesa es Caroline, pero todo el mundo la conoce y llama Torpina, debido a que, sin duda alguna, se trata de la mujer más torpe de todo el reino.
Una larga cabellera de color castaño oscuro, de un marrón casi negro, cubre sus hombros. En su cara siempre se puede ver dibujada una bonita sonrisa de oreja a oreja. Al mismo tiempo, esa sonrisa es tímida y reservada: una sonrisa que calla mucho más de lo que expresa. En sus grandes ojos grises se ve una luz especial, una ilusión y unas ganas de vivir inmensas, una mirada despierta, aunque con un punto agridulce de tristeza y melancolía.
Desde muy pequeña, la princesa tropieza por los jardines de palacio una y otra vez y, con frecuencia, llora y patalea. Aunque siempre se levanta y vuelve a correr y vuelve a caer. Ella sueña con descubrir el mundo, con bailar con el viento, con correr por las praderas como un caballo salvaje.
Sin embargo, la princesa lleva una vida muy tranquila: tan solo sale de palacio para ir a estudiar y, en ocasiones puntuales, eso sí, siempre acompañada por alguno de los reyes o por la guardia real. No toma ninguna decisión sin consultarles: desde la ropa que debe ponerse, la comida que debe tomar, los lugares a los que debe o no debe ir, etc. La relación de la princesa con sus padres, los reyes, es perfecta: nunca discuten, nunca se levantan la voz… Torpina confía en que los reyes saben lo que es mejor para ella, por lo que teme muchísimo decepcionarles si no consigue ser reina o ser la reina que ellos esperan.
Llegar a ser reina no es tan sencillo. Si su hombre perfecto no aparece, todo su esfuerzo será en vano. Por muy bien que conozca todas las normas, todo lo aprendido no le servirá de nada. Torpina está cada vez más inquieta, ya que pronto cumplirá 20 años y ningún apuesto caballero ha mostrado interés por ella. Tratándose de la princesa, debería ser un honor para cualquier hombre convertirse en su maestro, pero Torpina es torpe hasta extremos inalcanzables para la imaginación.
Solamente encuentra consuelo asomada a la ventana de la torre más alta de palacio, donde no sueña tan solo con su libertad, sino con su liberador, el hombre perfecto que la espera en algún lugar, que tarde o temprano vendrá a por ella y la ayudará a cumplir con su destino: ser la mejor reina que Torpón III pueda tener.
Información sobre uso de este material: consultar con la autora
Publicado en mujerpalabra.net en marzo 2012