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Pensamiento - Sobre sexualidad, afectos y cultura

Volver a índice de Sexualidad, afectos y cultura Freedom, Guatemala (Problemas en torno a la libertad sexual)

Volver a página de Leonor Silvestri Leonor Silvestri

Siento la misma náusea que el tigre frente al aro
y sin embargo salto e ingenuamente creo que es a mí a quien aplauden
Felipe Granados

A mis compas, afines y amigxs, en todo el mundo, ustedes saben quiénes somos
Tegucigalpa, 2009

En San Pedro La Laguna, Guatemala, existe un hostal que mira al monumental bloque de agua volcánica, honda, y habitada por espíritus que ahogan en su centro de gravedad a quienes se descuidan. Ese lugar, donde ahora disfruto una cerveza bien helada contra el calor centraleño, se llama Freedom, en inglés Libertad.

Freedom ofrece agua caliente en todas sus habitaciones que pueden ser compartidas o individuales, comida internacional, típica y vegetariana, water-sports como kayak y ski, happy hour, fiestas con DJ residente, ambiente cool —el mejor de la región—, servicio de habitación las 24 horas y lavandería, fogones, vista al lago y a los volcanes con guías expertos, artesanías y tejidos guatemaltecos, TV por cable, masajes, piedras energéticas, aroma terapia, excursiones, yoga, meditación, et cetera, et cetera. En el mundo del turismo ecológico, esto es la libertad, un lugar que, como dice Loquero, queda lejos de casa, y que, en la confusión entre viajeros y vacacionistas, ofrece un chingo de opciones, el derecho a libremente consumir.

En el lounge de ensueño de Freedom, lleno de gringos rubios de pieles al rojo vivo, tensas pero hidratadas con cremas reconstitutivas, y botellas de agua mineral, un poeta exiliado y bien pensante afirma la libertad y autonomía absoluta del sujeto, y el derecho de lxs menores de edad (de 18 para abajo, todxs iguales) a ejercer el libre comercio sexual sobre sus cuerpos, con adultos, a partir de una interpretación confusa y bastante peligrosa de El Banquete de Platón y de la institución conocida en la Atenas del siglo V como pederastia. Libertad parecería ser trabajo sexual, trabajo infantil y tráfico, donde dos personas son colocadas en una relación isométrica ejerciendo libremente, de nuevo, una transacción económica, de nuevo, también. Él parece no entender que a falta de libertad, el poder se convierte en dominación y el sujeto en objeto, y que, en definitiva, las luchas por liberación (la sexual, por ejemplo) pueden ser una condición necesaria, pero, en todo caso, no son condición suficiente porque abren un campo para nuevas relaciones de poder, donde la libertad del cuerpo y la autonomía del sujeto se convierten en la coartada de las posiciones más conservadoras y retrogradas que sostienen que esas decisiones, por lo general desesperadas, y más destructivas forzadas por la supervivencia, se realizan en plena libertad de elección.

Esa conversación a la vera del lago me recuerda también a Libertad, el más chiquito de tamaño y más fuerte de temperamento de todos los personajes de la tira Mafalda de Quino, con la que algunxs de nosotrxs crecimos veranos infinitos y calientes en el club, leyendo; una infancia donde imprimimos la cicatriz visible y permanente de nuestra ceja izquierda contra el filo de piedra y a la cual, por muy bellas que hoy puedan ser invocadas las historias de cómo tenemos las rodillas fregadas como baseball de lustradores, no queremos volver. Así, entendimos quizás la mitad de lo que leíamos y pedimos explicaciones sobre las otras cosas, y aprendimos desde bien temprano política. La diminuta e indignada Libertad, la más intransigente, recalcitrante, agresiva y malhumorada de todos los personajes, pero también muchas veces la más acertada y aguda en todas las reflexiones.

Prendo una vela, insurrecta y solitaria, y apuro un poco de guaro ardiente y un purito para pedirle a uno de los pocos santos que venero que me libre de la tentación de creer en la libertad como una coartada individual para engañar a lxs demás, o como una esencia oculta dentro mío, innata a mi alma que pugna por salir a la luz, una libertad abstracta y metafísica, que a la sazón me causa nauseas; le ruego, en cambio, que me permita acceder a un "arte de vivir contra la dominación" para que mi libertad trascienda a través de la de lxs demás, y se múltiple con la de lxs otrxs, por medio de prácticas éticas, críticas, experimentales y de resistencia forjada en el mero mero centro de las relaciones específicas de la dominación y de un poder creativo, que solo existe en tanto soy libre… prácticas de libertad, le pido, hic et nunc, ahora mismo, en este preciso momento, una praxis vital, sin declamación; porque hace ya tiempo que no quiero tan solo vivir libremente aquello que tiende a brotar espontáneamente de mí, ni siento acaso que mi "naturaleza" esté aprisionada.

Y junto con las luces opalinas y cálidas feng shui del bar lounge de Freedom y quizás la posibilidad de que me inviten a un evento poético internacional, abandono ese gran mito humanista, decimonónico y demodé de la esencia humana que cree y busca una sustancia. Lo abandono en pos de una forma, histórica, pero también espontánea e individual, que se sitúa en la interacción con lxs demás y no sin ellxs; para constituir, y construir, una ética (libertaria, amatoria, sexual, selectiva, electiva, corporal, expresiva…) que abre un abanico de posibilidades y de relaciones de toda clase susceptibles de modificación. Prácticas de libertad que den forma a mi subjetividad, a la par de mis afines, para anarquizar jerarquías corporales, privilegios, afectos, normalidades.

En San Pedro La Laguna el sol se pone, y la temperatura baja. Me cierro el abrigo hasta el cuello, y escondo la boca tras la cafiá. Emprendo el camino, empinado, cuesta arriba, hasta la casa de mi amigo Tz'utuhil. Tal vez todavía muchxs quieran creer en la libertad ideal, abstracta y metafísica, como la tierra prometida hacia la cual peregrinar, una libertad, digo, irreal y fantástica, que como cristales soñadores, tal solo imaginarla la hará emerger desde la poza absoluta del nuestro interior a descubrir. Pero no. Unas palabras de aliento me acompañan mientras me alejo de lxs turistas, las buenas intenciones, y lxs poetas: "La libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma refleja que toma la libertad". Siento la mirada de los volcanes, oscuros y severos, sobre mí. El vendaval comienza a chillar.

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Publicado en mujerpalabra.net en la primavera del 2010