Pensamiento - Sobre aborto y derechos reproductivos
Citas ilícitas (epílogo a Mantengan...)
Martha Chaves
Confieso. Soy culpable del pecado que tantas veces le he achacado al prójimo: utilizar versículos bíblicos para dar fuerza a un argumento.
En un artículo de Opinión publicado en END, Mantengan sus rosarios lejos de mis ovarios, usé una cita del Éxodo para decirles a las autoridades eclesiásticas que dejaran de inmiscuirse en el debate del aborto terapéutico, pues en Éxodo 21:22-25 la Biblia establece que la vida no empieza en el momento de la concepción, y yo les decía que si la Biblia así lo considera, las autoridades eclesiásticas no tenían por qué meterse en el asunto, ni declarar que la vida empieza al momento que un huevo y un espermatozoide se unen.
Antes de introducir las escrituras, el artículo iba muy bien, gracias, pero yo, probablemente influenciada por la ola de locura mística que arrasa con el país, ingresé en proverbial camisa de once varas y para qué os cuento, la metida de pata me ha ganado un volcán de correos electrónicos de una naturaleza tan indignada y furibunda que además de pronosticarme las llamas del infierno casi me queman el disco duro.
Las epístolas me llegaron más que todo de parte de enardecidos cristianos de diferentes y —conflictivas entre sí— denominaciones, echándome encara el que yo usara una cita bíblica fuera de contexto.
Probablemente, basados en el concepto de que eso es algo que sólo ellos tienen la divina autorización de hacer, pues, como bien sabemos, hay muchos de estos cristianos que se andan valiendo de las escrituras para promover sus agendas personales.
De citas bíblicas se han valido desde Hitler, para difundir el antisemitismo, hasta los esclavistas del sur de los Estados Unidos, para establecer y hacer prevalecer la esclavitud; y gente como el predicador Jerry Falwell se valen de versículos mal interpretados para suscitar crímenes de odio en contra de los homosexuales y demás minorías que no les caen bien.
En realidad, pues, la Biblia se presta para que cualquiera que cite versículos editados a su conveniencia pueda darle credibilidad a cualquier causa.
Hasta el alcoholismo. Si a mí mañana se me da la gana de fundar un grupo en pro de las libaciones etílicas no tengo más que citar al rey David, quien dice que el vino se hizo para alegrar el corazón del hombre; y también recordar que el primer milagro registrado de Jesús fue transformar el agua en vino.
Bueno, pero volviendo a mi tema, además de los mail de los misericordiosos creyentes, también me llegaron regañadas severas de parte de mis "colegas" feministas, diciéndome que cómo era posible que yo metiese la Biblia en el asunto del mencionado debate, cuando la Biblia está muy lejos de ser caritativa con las de nuestro género. Acusación frente a la cual no me queda más que bajar la cabeza y admitir que tienen razón, pues aunque las feministas cristianas —lo que a algunos/as les suena como "sionistas nazis"— nos esforcemos por interpretar la Biblia de manera que dignifique y edifique a la mujer, las escrituras tomadas literalmente están lejos de ser gentiles con nuestro género.
En la Biblia básicamente se observan dos clases de mujeres: las chicas malas, como Eva y Dalila, y las absolutamente sumisas y obedientes, siendo el epítome de esas cualidades la Virgen María, a quien, ni aunque quisiéramos podríamos imitar, pues ninguna de nosotras se va a ver en el caso de que nos visite un ángel para informarnos que hemos sido inmaculadamente embarazadas por el Espíritu de Dios. No nos va a suceder. No sin ayuda de alucinógenos o esquizofrenia.
Hay que reconocer que las mujeres no tenemos muchos buenos modelos bíblicos en los que inspirarnos, y la campaña de desprestigio en nuestra contra comienza desde el Génesis: la raza humana perdió el paraíso porque nuestra madre Eva, pecando sobre advertida, escogió seguir los consejos dietéticos de una serpiente:
—"Pst, Evita…comete esta manzana. Está llena de carbohidratos de los buenos y es baja en calorías."
Y desde Eva, a través de todo el Viejo Testamento, no se nos retrata para nada bien. Claro, conste que en el Nuevo Testamento Jesús elevó a la mujer. Jesús fue amigo de las mujeres, las respetó, las elogió, se hizo ungir por una mujer. Pero en cuanto aquel individuo que escribió las cartas, a quien no voy a mencionar y cuyo nombre rima con "hablo", nos rebajó a sub-individuos, todo se fue otra vez para atrás.
Por eso es que no me queda más que estar de acuerdo con las hermanas feministas que me mandaron misivas de reprimenda. Nunca debería de haber incluido citas bíblicas en un artículo en pro del aborto terapéutico.
Sobre todo porque el objeto de Mantengan sus rosarios lejos de mis ovarios era enfatizar que la legalidad del mismo no tiene que ser para nada influenciada por la religión —sea cual fuere—, especialmente al considerar que en Nicaragua hay libertad de culto y no se puede obligar a nadie a respetar leyes que se basen en principios y creencias religiosas en las que tal vez muchos y muchas no tengan membresía.
En fin, y valga la insistencia, el propósito del mentado artículo era y sigue siendo el clamar que como el Estado y la religión son punto y aparte en la República de Nicaragua, la legalidad del aborto terapéutico no tiene en lo absoluto que ser influenciada ni por la Biblia, ni por el Corán, ni por los Hare Krishnas o el reverendo Moon.
La decisión de someterse a tal procedimiento, por muy dura que sea —y en 99% de los casos lo es— tiene que ser basada en la conciencia de cada mujer, de cada pareja, y en la severidad de cada caso.
Así que mis disculpas por lo de las citas bíblicas. Y les prometo con toda sinceridad que de hoy en adelante trataré de mantener los versículos lejos de mis artículos.
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Publicado en mujerpalabra.net en el 2006