Creadoras - Poemas y canciones
Rumba
Mayte Morales Paniagua
Nací para rumbear desde la médula de cada insomnio apabullante
no puedo dejar de bailar para ir a casa y encerrarme,
el corazón se desborda y me exige mover la cadera constante
descolonizarla del miedo y apagar el Ades...
Rumbear es mejor que hincarse en una iglesia fría y apócrifa
la música resucita incluso a las monjas cada día más fofas,
bailar es ofrendarse a Dios sin hipócrita lamento,
desarticular el dolor del corazón casi muerto...
Si no fuera por la rumba el amargo desencanto me hubiera engullido
ni los terapeutas, ni los sacerdotes dan consejos por lo ya vivido
de nada sirve la teología ni la ciencia si en la vida no se permea
el gozo por existir y hacer de los días una fiesta sublime, completa.
No puedo comprender el misticismo alejado de la música bendita
ni tampoco discierno la santidad que el sufrimiento beatifica,
detesto ese control simplón impuesto a que la mujer no baile y se divierta
las religiones lo hacen para matar a la Diosa que decapita sus sectas.
Rumbear es rezar con el fervor del cuerpo enardecido
embriagarse sin pudor en el vehemente solsticio
desaprender el rigor que encarceló mi vientre sonrojado
que solo pide libertad y risa sin temores profanos.
La rumba es un elixir que desestructura la mojigateria religiosa
esa que enaltece la procreación y mutila el placer a toda costa,
la rumba vuelve honestos a los hombres impotentes
y hace de las damas musas sensuales y fuertes.
Santa Rumba de la buena esperanza que infundes el aliento
al anciano que a punto de morir es liberado del infierno
a la mujer que seca de alegría retoña y se hinca ante los timbales
y vuele a soñar con ese Dios lejano que ama sin prejuicios vanales.
Se desborda el trombón y seduce a mis pies cosquilleantes
las congas evocan a Baco para encender el vigor de las pléyades,
Afrodita bien sabe escurrirse entre las cortinas del deseo
que se haga presente el harem del exquisito del cielo.
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Publicada en mujerpalabra.net en enero 2018