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Proyecto Mujer Palabra. Nombres femeninos que han dejado huella en el idioma
Texto (1999): Michelle Renyé. Ilustración: Alejandra Loiseau
Afrodita
Urano, el dios del cielo, odiaba a sus hijos. Cuando engendraba alguno con Gea, la diosa de la tierra, lo devolvía al vientre materno, enterrándolo. Enfurecida, Gea convenció al titán Cronos, uno de sus hijos, de que castrara al padre, y de la sangre de Urano herido y de la espuma (aphros) nació Afrodita, la diosa del amor. Afrodita se casó con Hefesto, divinidad de la fragua, porque Zeus así lo quiso, y no fue feliz. Amaba al dios de la guerra, Ares, su amante y el padre de sus hijos, Deimo (el terror), Fobo (el miedo) y Harmonía (que no fue la personificación de la armonía sino una reina). Quizá también concibieron juntos a Eros, el amor, y a Anteros, la venganza. Hubo más amantes en la vida de la diosa. Con Hermes, el que conducía el alma de los muertos a su última morada, engendró al bello Hermafrodito, la deidad bisexual. Y de su unión con el mortal Anquises nació Eneas, el héroe troyano. Amó también a Adonis, el hermoso hijo del árbol de la mirra, padre de las rosas, que eran blancas hasta que la sangre de una herida que Afrodita se hizo cuando fue en su auxilio las tiñó de rojo.
Uso de los términos. Un afrodisiaco es un estimulante del deseo sexual; hermafrodita indica la reunión de dos sexos en una misma persona o en una misma flor, y una planta afrodita es aquella cuya forma de reproducción sexual se desconoce, lo que es sin duda emocionante.
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Publicado en mujerpalabra.net en 2011