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Proyecto Mujer Palabra. Nombres femeninos que han dejado huella en el idioma
Texto (1999): Michelle Renyé. Ilustración (1999): Alejandra Louiseau
Bloody Mary
María Tudor, que pasó a la historia con el sobrenombre de La Sanguinaria, odiaba el protestantismo. Le recordaba lo horrible que había sido su padre, el glotón y libidinoso Enrique VIII, con ella y con su madre, Catalina de Aragón. El rey había invalidado su matrimonio con Catalina para casarse con Ana Bolena, y además, cuando la primera murió (al parecer, porque él mandó envenenarla), celebró una gran fiesta en la que todo el mundo tuvo que vestirse de un luminoso y alegre amarillo. María, agraviada, huérfana de madre, convertida en hija bastarda, se refugió en el consuelo de ir a misa cinco veces al día. Y cuando, en contra de lo que parecía, accedió al trono, inició una persecución sangrienta e implacable de quienes no se convertían al catolicismo. Al año se casó con el español Felipe II, que la embarcó en una guerra que perdieron y que luego la abandonó, supuestamente porque en el vientre de ella sólo germinaban los fantasmas. El reinado de María duró cinco años, tiempo en el que torturó y ejecutó a unas trescientas personas. Y aunque siempre comprendió que su hermanastra Isabel era una amenaza para ella y su religión (la tuvo por ello encerrada en la Torre de Londres un tiempo), antes de morir se vio obligada a dejarla el trono.
Uso de la expresión. Un bloody mary es un cóctel hecho con vodka y jugo de tomate.
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Publicado en mujerpalabra.net en 2002