Activismo - Poblaciones en resistencia

He envuelto en mantas a personas que acababan de saltar de una patera. Les he dado caldo. Les he preparado bocadillos. Una noche, hace muchos años, recogí en la carretera a tres africanos que estaban chorreando y tiritando de frío. Uno me tendió un papelito con una dirección. Les llevé en mi coche y, al llegar, me confesaron por señas que pensaban que los iba a entregar a la policía. No recuerdo sus nombres, eran nombres extraños. Supongo que ellos tampoco recordarán el mío, otro nombre extraño para ellos. Al volver a casa me di cuenta de que si nos hubiera parado la policía me hubieran acusado (ironías de esa manga de racistas institucionales) por un delito contra la libertad de los trabajadores. Pero cuando me tendieron el papelito sólo pensé en que debía hacer lo correcto.

Os cuento todo esto para que me digáis lo bueno que soy, claro. Y también porque el Ministro de Interior insinuaba hace unos días que las ONGs con barcos de rescate fomentan la inmigración irregular.

A ver cómo le explico esto al señor Ministro sin que intervenga la Fiscalía.

Verá, Señoría, lo que fomenta la inmigración irregular son las guerras criminales que desatan en África gobiernos como el nuestro para proteger los intereses de las multinacionales a quienes sirven. Lo que fomenta la inmigración irregular es la Ley de Extranjería canalla, racista y excluyente que este gobierno mantiene ahora que no necesita mano de obra barata. En estos momentos hay cangrejos comiéndose los cuerpos de hombres, mujeres y niños en los fondos del mediterráneo gracias a sus políticas de inmigración.

La solidaridad no es un crimen. La melanina no puede diferenciar entre lo que es una ayuda y lo que es un delito.

Ya sé que ustedes prefieren la caridad a la solidaridad pero le pido que no nos criminalicen más.

No, Señoría, yo no soy un delincuente. Sólo hice lo correcto.

Como lo están haciendo muchas personas que recorren el mar para salvar vidas y no para apresarlas.