II
Las relaciones sexuales son inocentes
(con esto digo: algo espontáneo, saludable, placentero),
y por eso han sido machacadas por la religión
(también por el porno que impera, por cierto, su brazo oscuro).
La religión... que no es inocente sino manipuladora
(ya que cree que al rebaño hay que guiarlo),
machista hasta el dolor del mundo,
racista hasta la demencia,
clasista sin compasión,
y no sólo homofóbica: antisexo, antisexualidad.
Pensar no puede ser algo malo.
Es más, dada tanta mala educación,
sin pensar, sin analizar, sin buscar comprender,
¿podemos liberarnos de lo que nos condiciona y no nos gusta?
¿podemos identificar lo que asumimos como propio e individual
y resulta que no lo es, necesariamente?
(Identificar implicar fijarse hacia dentro -con valentía y generosidad,
con verdadero respeto propio- con la mirada de una pintora
o de una científica que mira lo que hay y no lo que creemos que hay.)
El placer y amar no pueden ser algo malo.
(Aunque nos hayan enseñado a hacerlo mal: usándonos,
y eso no es buscar placer, ni amar. Usarse es abusarse.)
Hacer el amor con quien quieras no es "pecado" (qué tenebrosa palabra).
Como poco, es lo que tenemos que hacer: elegir con quién.
El mundo sexual no está para que la especie se reproduzca
(¡ay, la retrógrada falacia biologicista!);
usar métodos anticonceptivos tampoco, ni usar drogas por placer, contra el dolor o la enfermedad; ni cantar, escuchar música, pintar, bailar,
contar historias, tomar cerveza con l@s amig@s, navegar por internet...
Nuestra vida cotidiana poco tiene de deberes para con la naturaleza animal.
El mundo sexual es posibilidad de placer
cotidianamente, o sea, casi todo el rato,
no es "para", sólo si elegimos traer al mundo hijas o hijos,
entonces el acto sexual buscaría la reproducción,
pero desde la elección,
desde la consciencia,
no desde una imposición de la naturaleza.
(¡Qué cosas tan ridículas fundamentan nuestra cultura!
Ya es hora de que nos actualicemos un poco,
liberándonos para pensar mejor.)
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