Pensamiento - Sobre el lenguaje
Sobre lenguaje, pensamiento y sociedad, y la falsedad del masculino "genérico"
michelle renyé
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El masculino no ha sido genérico nunca en español y en ningún idioma occidental de las sociedades patriarcales (p.e., inglés, francés, alemán) porque el masculino en las sociedades patriarcales ha indicado tradicionalmente que el varón patriarcal (el Hombre) es la medida de toda realidad humana. Siempre hemos entendido el masculino como masculino, y esto ha ocurrido desde la aceptación de que el Hombre era la medida de todas las cosas. Esta realidad se ha sostenido durante siglos porque la sociedad se ha organizado en torno a esa idea patriarcal, culturalmente creada. Recordemos que tan reciente como en la revolución francesa (final de la Edad Moderna), cuando redactaron la "Declaración de Derechos del Hombre", ésta daba derechos sólo a varones, y que cuando mujeres que habían luchado por la "libertad, igualdad y fraternidad" protestaron "los revolucionarios" y la comunidad las dio la espalda: fueron linchadas, apedreadas, violadas, las ingresaron en psiquiátricos, fueron también encarceladas y guillotinadas, también con la excusa de "crímenes" que no habían cometido.
Que el Hombre nos haya representado siempre es porque el sistema ideológico patriarcal, basado en textos sagrados y hoy en día en leyes que empiezan a no ser patriarcales (como cuando pasamos a tener derechos, incluido el derecho a ser nombradas en títulos universitarios – en los años noventa del siglo 20 en España), nos ha enseñado que es Él quien debe liderar la especie, quien puede, debe y lo merece, pues es el Padre, quien ordena y manda (incluso sobre las vidas de ellas, no sólo sobre qué hombres van a matar y ser matados en el campo de batalla, al margen de lo que pida la población que sufre la violencia). Hablamos de siglos de historia, aunque hoy en día esto se puede seguir constatando también. Él es el jefe, el héroe, el mártir, quien legítimamente debe representar a la especie porque Él tiene un valor por encima de ellas, el otro grupo. El mito patriarcal siempre ha hecho por ocultar que la supervivencia es labor de equipo. Él está por encima porque ellas son (obedeciendo el mandato además) poco nobles, no muy inteligentes, excesivas, malas por naturaleza… Existen tantos textos sobre esto y pesa tanto esto en nuestras consciencias hoy que no sorprende que la gente se disguste tanto al oír el análisis de esta realidad silenciada (pero sin hablarlo, ¿cómo vamos a poder superarlo?). Así, en las sociedades patriarcales ha estado prohibido y penado hablar de personas, y se ha hablado siempre del Hombre para educarnos en valorar la idea de que el varón en la vida humana es el representante más noble, digno, inteligente de la especie. Léanse los textos filosóficos sobre las mujeres (no recogidos en libros de texto normalmente; incluido Platón y Rousseau).
Sin embargo, y a pesar de los siglos de educación en esta barbaridad, la realidad humana ha mostrado siempre que el par Hombre-mujer (patriarcal) y los valores asociados a cada uno no era algo biológico ni mejor ni único para la especie. A pesar de siglos de adoctrinamiento, esta educación patriarcal no ha cambiado la realidad humana, que es diversa y compleja, y no ha cambiado el hecho innegable e irrefutable que es que hay valor en todo tipo de personas, al margen de sus genitales. Hay mujeres creativas y con gran habilidad para el razonamiento lógico, que no son escuchadas o no lo son igual que hombres con las mismas cualidades; pero eso no niega su existencia ni puede quitarle valor a sus palabras. Hay hombres que no son creativos, ni hábiles manejando herramientas, ni poseen una inteligencia lógico-matemática reseñable. Hay mujeres y hombres, o mejor, personas, que han sentido la necesidad de tener un bebé y han querido cuidarla o cuidarlo lo permitiera o no su sociedad, y otras personas que nunca lo han deseado porque necesitan más hacer otras cosas con su vida. Hay hombres que no sienten que sea su derecho ni natural convertir el acto sexual, que se relaciona con el placer o el afecto, en un hecho de tortura, y que tampoco entienden por qué deben "matar a sus enemigos"; y hay mujeres desean sentir placer, tener relaciones sexuales satisfactorias, y esto no significa que quieran irse a la cama con cualquiera o que no amen a quienes aman. Es triste que no nos haya llegado lo que dijeron e hicieron personas diferentes en este sentido a lo largo de la historia. Tenemos que ser conscientes de todo lo que no nos ha llegado sobre la historia de nuestra especie, y debemos aprender a tranquilizarnos e intentar limpiar la mirada de tanta carga de interpretación errónea para ver lo que hay ante nuestros ojos y evolucionar a mejor, individual y socialmente.
Si decidimos mirar la realidad humana con mayor amor o inocencia, mirar más allá del condicionamiento educativo de la ideología patriarcal (con todas sus violencias conceptuales, de palabra y acto), dejando de ver lo que nos dicen que está ahí y sencillamente mirando y viendo lo que hay, veremos que la realidad humana no necesita la ideología patriarcal que nos ordena en dos grupos que se determinan por la cuestión de si tenemos o no un determinado genital y que esto nos da más o menos valor como persona y para nuestra comunidad. Para ir a la escuela, quedarnos en casa, ir al trabajo, viajar, da igual si somos mujeres u hombres, para pensar, crear, imaginar, producir, gestionar, para querer, para cocinar, para ser persona que cuida de sus seres queridos, usar un ordenador, vestirnos… ¡qué relevancia tiene qué órgano sexual tengamos! Hoy en día demostramos cotidianamente que eso es cosa del pasado, que hay personas que pueden hacer cosas de los dos papeles. Por lo tanto, el binomio patriarcal Hombre-mujer no es la explicación de quiénes somos y podemos ser. Existen personas que no se conforman a esa identidad, a pesar de la presión, la opresión, la represión que se les ejerza por diferentes vías.
Lo vemos allí donde la sociedad ha generado más libertad (por ejemplo, en nuestra sociedad): las personas tienen identidades muy variadas,y eso no amenaza la convivencia, la identidad no es lo que genera la violencia, la guerra, la pobreza.No es violento, ni inadecuado, ni ofensivo que las mujeres pidan (y exijan cuando se les niega) ser tratadas verbalmente con el respeto mínimo de nombrarlas, ese nombre femenino refleja su realidad humana y que las lenguas sí tienen recursos para nombrarla (y si no los tuvieran, se crearían, como se crean palabras cotidianamente). No hay nada más natural que aplicar el sufijo "–a" a un nombre femenino de una palabra además que termina en "-o" cuando el referente es masculino, de abogado, abogada, de guerrillero, guerrillera, de juez, jueza, de jefe, jefa. Si suena "mal" no es porque sea grotesco añadir "–a" al femenino, sino porque las mujeres han tenido prohibida esa realidad. No suena mal, suena raro, pero cuando la gente lo usa a menudo deja de sonar raro enseguida, como "web", "blog", "wifi", "CD", "internet", "whatsapp" o los nombres de marcas comerciales (epónimos de marcas comerciales), palabras que enseguida aprendimos y dejaron de sonar "raras" porque usamos masivamente. Fijémonos en cuánto hemos tardado, en comparación, en aceptar la nueva presencia de nombrar lo femenino en nuestras vidas cotidianas (y el desprecio y las burlas que ha suscitado algo tan natural de este cambio social). En las profesiones, por ejemplo, llevamos con términos femeninos sin valor insultante desde los años ochenta del siglo veinte y aunque su uso se ha consolidado en la sociedad (30 años) todavía hay hombres que el resto reconoce son Figuras de la Cultura que se atreven a decir y escribir que no es adecuado incorporar estas palabras al lenguaje. Si desde la mirada clara no te dejas intimidar por la exhibición de autoridad, podrás verlo como lo que es, autoritarismo. Que existan excepciones en las lenguas, como "poeta", que nombraba a hombres (y hoy ya a cualquiera que escriba poesía o que se gane la vida con ello, que son cosas diferentes), es algo que no niega la posibilidad de aplicar el mecanismo natural del español de "-o/-a" a las nuevas realidades que se generan. Todas las lenguas tienen mecanismos y salvedades al mecanismo de expresión. Y las excepciones como los usos de estos mecanismos son síntoma de la complejidad o inteligencia de las lenguas humanas, y de lo vivas que están.
Lo que los prescriptivistas y quienes ignoran los avances del conocimiento sobre las lenguas humanas no quieren escuchar o entender es que las lenguas humanas no son sistemas fijos de significación que se mantienen idénticos a lo largo del tiempo, con lo que esto necesariamente implica. Todos los días las lenguas humanas nombran y dejan de nombrar cosas que ocurren y que dejan de ocurrir o existir. La lengua que usó Cervantes no es la lengua que tenemos hoy en España, tampoco la que usamos en la guerra civil, en los años ochenta, o siquiera en el 2000; y el español en el mundo no es el español de España, sino toda la riqueza de variedades de español que existen en el mundo, variedades que se multiplican según descendemos a comunidades cada vez más pequeñas (p.e., español castellano, español catalán, gallego, cántabro, o andaluz). Todas las lenguas van asociadas a nuestras identidades y nuestras identidades no son únicas y unívocas (somos, por ejemplo, terrícolas, europeas, españolas, del siglo 20, andaluzas, de esta u otra comunidad de vecinos y vecinas, religiosa, política… creativas, prácticas, honestas… u otras cosas y SER no es violencia), sino múltiples, y siempre encuentran reflejo en el idioma, que es lo que expresa.
Por eso decir que una variedad de lengua es válida y el resto no, o decir que no podemos interpretar el masculino como masculino para incluir nuestros usos inadecuados de nuestros nombres en femenino, es algo descartado por el estudio científico de la lengua, la lingüística moderna. La lingüística moderna nos habla de textos y contextos, muestra que la capacidad lingüística humana es extraordinaria, en su inteligencia y creatividad, pues las personas hablantes sabemos crear y emplear diferentes tipos de textos en diferentes situaciones y con diferentes medios. Por eso no se habla ya tanto de qué está bien o mal, sino de qué se usa dónde, cuándo, con quién y con qué. Usar el lenguaje de los sms en un informe de trabajo es inadecuado, como lo es no usar abreviaturas o frases con palabras clave en un sms.
El prescriptivismo, la intención de establecer unas normas que otorgan validez a un texto y despojan de validez a otros, es anacrónico lingüísticamente y quienes lo defienden lo están hoy disfrazando con adopción de labores descriptivistas, que no hacen igual de bien que quienes trabajan no teniendo que ocultar nada, ni disimular, insultar o desacreditar. La literatura, la investigación, la cultura jamás ha dependido del cuerpo de varones que orientaban sobre qué es hablar bien o mal, y de hecho hay pocas Academias de la Lengua en el mundo, y el grupo de varones que a lo largo de la historia ha insistido en mandar allí donde no puede mandar, ha sido siempre minoritario, una elite, que no ha sido la que ha producido las obras de valor para el mundo de la cultura. De hecho, toda la literatura, al igual que todo texto oral producido por la población hablante, muestran y demuestran que la salud de una lengua crece con la libertad a la hora de expresarse. La lingüística moderna es descriptivista: describe lo que hace la "masse parlante" y nos dice eso, qué se usa dónde, cuándo, con quién, por qué. (En un diccionario descriptivista puedes verificar cómo escribir una palabra que no es tolerada por un diccionario prescriptivista que nos insiste, por ejemplo, que debemos usar otra que no usamos.)
Por desgracia, los sistemas educativos que imponen la enseñanza tradicional (en parte por lo tradicionales que pueden llegar a ser las editoriales) omiten este importante conocimiento que hemos logrado porque siempre hay personas capaces de aprender a mirar sin la carga ideológica de cómo miraba la tradición. Aunque aún es común que profesoras y profesores de Lengua citen a la RAE como fuente de autoridad en temas donde no la tiene, temas que se explican de maneras más científicas o empíricas o lógicas, y le expliquen a las niñas que piden ser nombradas que el masculino es neutro, lo cierto es que hay muchas profesoras y profesores que están introduciendo un conocimiento más evolucionado en su docencia. En idiomas, por ejemplo, es bastante común que se aprenda y enseñe con métodos comunicativos que incorporan conocimientos del discurso y la comunicación y de la gramática funcional, lo que genera un conocimiento más complejo, amplio y asequible, vinculado siempre a los usos de diferentes tipos de textos en la realidad de la comunicación humana. En idiomas se comprende que no se puede enseñar una lengua sin enseñar cosas de las culturas que la hablan, y que es preciso desarrollar el respeto a la diversidad, abrir la mente a que no todo el mundo ve de la misma manera algo, y que eso no implica caos, guerra, sino que es un hecho de la vida y la convivencia.
Retomando la conexión lengua-cultura para explicar el problema que existe con el tema de que el masculino pueda ser concebido (falsamente) como neutro, tendríamos que considerar que una clave que nos aboca a la violencia (a las incontables guerras patriarcales) es la obsesión por reducir la vida a dos conceptos que se oponen donde uno debe prevalecer. Todo nace en el par primero que se le enseña a las y los bebés: Hombre – mujer (patriarcal). En esta ideología, todo es blanco o negro; y el blanco es bueno y el negro es malo. Los binomios contendientes patriarcales tienen siempre un extremo positivo asociado a lo masculino, a Él, y un extremo negativo asociado a lo femenino, a ellas. Y esto conecta con que el Hombre sea la medida de todas las cosas y con que toda la historia patriarcal haya excluido cualquier otra realidad humana, y se haya escrito en masculino, para el Hombre, para y por ciertos hombres. Todo se reduce al primitivo par conceptual: luz – oscuridad (cuando luz y oscuridad son realidades progresivas y los extremos no son más que parte de su realidad), bien-mal (conceptos relativos, pues todo el mundo tiene capacidades diversas de comportarse o de pensar de maneras más positivas o menos), racional-emocional, "emocional" además se equipara a "irracional" (cuando razón y emoción nacen en el cerebro y la mente humana, y no hay justicia por ejemplo sin empatía, y por eso las máquinas con su lógica matemática no pueden reemplazarnos, porque las personas pueden algo más complejo y positivo, ejercer la racionalidad empática), guerra – paz (cuando esto no es un destino, sino un producto del esfuerzo humano)…
Hagamos el ejercicio: leamos considerando que Hombre es genérico, como siempre, pero desde nuestra incipiente inteligencia feminista: de pronto nos encontraremos con una enumeración que dejará claro que Hombre es sólo el varón ("su fe, su ideología, su patria, su mujer"), y no la ignoraremos a ella, reclamaremos que ahora existe y tiene derecho a existir: nos dirá que el Hombre es la medida de todas las cosas, y veremos que eso es constatar la NO EXISTENCIA valiosa de un montón de personas. Intentemos hablar de maneras no tan violentas, no sólo el Hombre patriarcal merece el respeto de cómo nos dirijamos a Él. Es más fácil cuando no se siente rechazo ideológico por intentarlo: queridas compañeras y compañeros, las y los estudiantes, la población refugiada, las niñas y los niños, las personas, quienes tengan prisa, las personas separadas, incluso el masculino plural tras haber hecho visible el femenino también antes... Toda persona merece el respeto mínimo de ser nombrada como quiera nombrarse, como esa persona diga que su realidad se llama. Y si escribimos un texto dirigido a todo el mundo, nombrar en masculino es sencillamente una declaración ideológica de rechazo a nombrar a quienes por fin, desde el siglo veinte, han empezado a tener derechos porque al fin hemos entendido que todas las personas tienen derechos; no es una acción neutra porque en el lenguaje no hay verdades inmutables universales, no hay un universo fijo de significación. Además, como demuestra la historia, el masculino nunca ha sido neutro.
En el lenguaje humano se producen ajustes continuos para nombrar la realidad de la vida, cambiante… Rechazar los que cambian el mundo de maneras que no quieres que ocurran tendrá impacto en el lenguaje si lo rechaza la mayoría, y no lo tendrá si la mayoría no lo rechaza sino que lo asume, que es lo que ha pasado con un montón de femeninos que en los años ochenta del siglo veinte generaron desprecio, risas, incluso insultos o agresiones hacia quienes los usaban. Así de violenta es la ideología patriarcal con las mujeres. Que el lenguaje cambie no es una amenaza, ni hace imposible enseñar cosas sobre el lenguaje, como demostramos el profesorado que sigue las enseñanzas de la lingüística moderna, cuando enseñamos lenguaje o idiomas, todas las formas orales y escritas y orales-escritas de los textos que producimos, y la incontable gama de variantes según propósito comunicativo, contexto y participantes. Que el lenguaje cambie para nombrar la vida, siempre cambiante, es más natural y asumible a que estemos forzándonos a hablar como no hablamos. Que el lenguaje cambie es positivo; esto no se debe percibir como agresión o violencia al lenguaje y la sociedad. Es un aprender a ver la riqueza de la inteligencia y la creatividad de la capacidad lingüística humana: comprendiendo esto, enseñamos desde otro tipo de conocimiento, un conocimiento más empírico, menos cargado de sistema ideológico que distorsiona la realidad para convencer de lo que plantea, con mucho amor y fidelidad por la realidad humana al nivel de poder expresar el mundo propio y poder comunicarse, y desde ese asombro que son las lenguas y la comunicación humanas, una clave de nuestra maravillosa e inmensa inteligencia.
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Publicado en mujerpalabra.net en febrero 2016 (y en facebook in enero 2016)