Pensamiento - Sobre lenguaje
Lenguaje y DDHH. Ideología patriarcal en traducciones de análisis feminista
michelle renyé
A Chimamanda Ngozi Adichie la ignoró la editorial y quien tradujera al establecer que el título en español de su ensayo feminista We Should All Be Feminists sería "Todos deberíamos ser feministas" . Ella, coherentemente con lo analizado, habría optado por "Todas las personas deberíamos ser feministas", "Todos y todas…" o "Todas y todos deberíamos ser feministas". Para el traductor, hubiera bastado con informarse sobre cómo se expresan las personas feministas en español, un trabajo básico de la labor de traducción. Para la editorial, más profesional habría sido contratar a una especialista, a una traductora con inteligencia feminista.
La falta de respeto al trabajo intelectual feminista es generalizada en el mundo de la Cultura Autorizada en España. (Ese tan pequeño y tan codicioso, que concibe el que personas creadoras deseen compartir su obra gratis como un atentado a derechos suyos en lugar de como lo que es, una libertad, por mucho que contraríe al mercado de masas.) Ese mundo retratado magníficamente y tristemente liderado por los agresivos miembros de la Real Academia de la Lengua Española que aún no entienden que ser antifeminista es ir en contra de una lucha que se enmarca en el movimiento de los derechos humanos (aunque vaya, para suerte de la humanidad, más allá, hacia la construcción de un mundo que resuelva sus problemas desde la noviolencia).
Haber usado el masculino en la traducción del título We Should All Be Feminists en 2015 no encierra inocencia: es una intencionada falta de respeto producida por razones de ideología patriarcal, que llega tan lejos en su prejuicio antifeminista como para hacer algo contrario a la profesionalidad y la cultura: se distorsiona la obra traducida y se muestra que no se ha atendido a lo que se explica desde la inteligencia feminista; además, no se informa adecuadamente de lo que dice el pensamiento feminista. Es una perversidad común entre las editoriales, que tienen por norma negarle a las mujeres, escritoras y lectoras, el derecho humano a ser nombradas si te diriges a ellas, o hablas sobre ellas, ese mínimo respeto.
En el periodismo de masas no van a la zaga. Por Petra Kelly demuestran la misma falta de comprensión y respeto. En un famoso periódico español (que en su día contribuyó a la difusión de algunas ideas democráticas e incluso feministas) se nos dice en 2016 que Kelly manifestó: "Ser tierno y al mismo tiempo subversivo: eso es lo que significa para mí, a nivel político, ser verde y actuar como tal". Una maldad del autoritarismo ideológico patriarcal.
Atendamos al contexto de la cita, para que se compruebe lo que es explotar a una persona: aparentando tener la intención de difundir su pensamiento (ahora se hace mucho con autoras), sencillamente se la usa para otros fines (para que no se diga que no atiende a las mujeres; lo de menos, lo que éstas digan). La cita es de la charla o artículo Thinking Green! (recogido en pp. 37-43 de un libro publicado tras el asesinato de Petra Kelly, por Parallax Press 1994): "Green politics requires us to be both tender and subversive. Affirming tenderness as a political value is already subversive. In Green politics, we practice tenderness in relations with others; in caring for ideas, art, language, and culture; and in cherishing and protecting the Earth." Traduciendo con inteligencia feminista: "Una política ecologista nos pide que seamos personas tiernas y subversivas. Plantear la ternura como valor político es, de entrada, subversivo en sí mismo. En la política ecologista practicamos la ternura en las relaciones, al cuidar las ideas, el arte, el lenguaje y la cultura; al venerar y proteger la Tierra" (cursiva mía). Es decir, la autora está recordándonos que su análisis feminista alcanza e incluye el lenguaje, entre otros temas de lucha por un mundo menos injusto y violento. Petra Kelly jamás habría puesto esa frase en masculino. De decirlo en español, habría dicho: "Ser tierno, o tierna, y al mismo tiempo subversiva…", "Ser tierna, o tierno, y al mismo tiempo subversivo…", y si lo hubiera dicho más recientemente, "Ser una persona tierna y al mismo tiempo subversiva…". Y es perverso forzarla a decir la frase en masculino.
Traducir es interpretar, sí. En determinados contextos, allí donde construimos conocimiento en colaboración a lo largo del tiempo (en el activismo social, por ejemplo), si al traducir se ve que alguna idea expuesta se puede mejorar porque se ha avanzado en su comprensión o desarrollo, acuñando un término por ejemplo, es positivo ayudar a expresarla mejor (y se suele anotar al pie). Pero los casos que aquí denuncio son de distorsión o perversión del mensaje, pues comunican algo que va en contra de lo que la persona traducida mantendría.
Editoriales y medios de masas consideran la Real Academia de la Lengua Española de España como autoridad en temas de lenguaje, acogiendo (unos y otras como sin darse cuenta, otros con agitación) su trasnochada Misión anacrónica, que es no sólo anti-lingüística (contraria al estudio científico del lenguaje), sino abiertamente antifeminista. El antifeminismo es lo que, contra el logro de la noción de derechos humanos, prolonga la tradición patriarcal de conceptualización y trato a las mujeres. Sin embargo, hoy no estamos encerradas y acatando, allí donde podemos elegir; elegimos muchas cosas diferentes que nunca antes pudimos hacer sin grave peligro a nuestras vidas. Somos presidentas, jefas, juezas, abogadas, escritoras, pensadoras, exploradoras, nadadoras, masivamente, nos lo reconozca la sociedad o no, y eso genera realidad y lenguaje para nombrarla.
El "masculino neutro" del siglo veinte es la prolongación del tradicional masculino del "Hombre como medida de todas las cosas" y pretende negar, combatir a través del poderoso lenguaje el profundo cambio social generado respecto a las vidas de las mujeres sobre todo, lo que incluye que tenga que nombrárselas y tratarlas como iguales, verlas como personas, cuando realizan trabajo intelectual, porque ha resultado que son perfectamente capaces de hacerlo, ha resultado que tienen mentes humanas, y que pensar es una cualidad humana, no del Hombre, como crear.
Ni Petra Kelly a fines de los ochenta y principios de los noventa del siglo veinte, ni Chimamanda Ngozi Adichie en 2014 habrían usado el masculino allí donde esa editorial y ese periódico lo usaron en su nombre. Esa editorial, ese periódico deberían contratar personas con inteligencia feminista para completar sus comités editoriales, ya que son capaces de hacer algo tan claramente prejuicioso. En Mujer Palabra lo venimos proponiendo en las redes sociales desde 2012: estas asesoras o revisoras estarían ayudando a abrir un poco un Mundo de la Cultura obsesionado con el dinero y la guerra, y cada vez más alienado de la cultura y el conocimiento.
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Publicado en mujerpalabra.net en enero 2017