Pensamiento - Lenguaje

Es contrario al lenguaje de la realidad social, a lo que dicen las ciencias, a lo que expresan los movimientos sociales y artísticos. El agresivo masculino patriarcal, ese “masculino” que no habla ni de los varones, nos viene de la tradición de valorar a quien prevalece y manda,  no habla de las “mujeres” por su misoginia, ni de las personas y poblaciones de la realidad humana, todas borradas de su historia “universal” con su lenguaje.

Hoy nombramos una mayoría suficiente como para que se recoja en “la cultura escrita” de los lugares que sí pasan a la historia. No basta dedicarnos unos libros, no somos un capítulo, somos de la especie humana. Estamos creando historia reformulada para superar también el nuevo pastel patriarcal no dejándonos ser guindas. Estamos generando un mundo más coherente verbalmente con la  realidad. Contestamos el tradicional borrado de la historia humana con ese “masculino” rotundo de exclusión, que ha impedido consciencia, conocimiento y memoria en nuestras sociedades, poder dejarnos ver y nombrar lo que tenemos delante, la realidad de un montón de personas y comunidades diferentes.

¿Por qué acatan las editoriales  si hoy se entiende que el respeto en los nombres es un derecho para todo el mundo?, ¿si estamos en el proceso de generar toda una evolución en las visiones y sus nombres, menos hostiles a quienes somos y lo que de hecho hacemos y podemos hacer?

Los sistemas de opresión de la ideología cultural patriarcal hablan con el lenguaje de forzarnos y condenarnos a padecer lo que podemos transformar. No sólo podemos nombrar lo que “hay que” creer y consumir, aunque la cultural prevalente nos siga condicionando la mirada y el lenguaje (fácil aprender “whatsapp” e importante no evitar “Querido lector”). El proceso esté lleno de ensayo y error y pasos atrás, pero podemos corregirlo, podemos aprender a ver lo que está ahí, y a nombrarlo, respetando nuestras voces, el lenguaje que creamos a diario la gente, y con ello la realidad que reconocemos porque la nombramos y valoramos. Los nombres ayudan a nuestra comprensión del mundo y empatía. Nuestras voces son la base para generar un mundo menos brutal.

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