Pensamiento - Migraciones

Yo también fui migrante. Con el privilegio de un pasaporte europeo y de mi piel blanca, no tuve que embarcar en una precaria barcaza; lo hice a través de un finger en el aeropuerto. No tuve que esconderme en un camión para cruzar fronteras; sonreí a los agentes del puesto de control desde el asiento de copiloto. No necesité escalar muros ni trepar a ninguna valla, ninguna concertina rasgó mi piel. No me vi obligada a pagar a ninguna mafia, ni fui víctima del tráfico de personas; compré mi billete en las oficinas de una agencia de viajes.

Quienes ostentan el poder, y los mismos privilegios que yo, han renunciado a los valores que dicen defender. Han desplegado una guerra contra la llamada inmigración ilegal. Buques, aviones, helicópteros, drones, radares, detenciones, secuestros, deportaciones, vulneración de derechos humanos... violencia militar y burocrática desplegada para proteger a Europa de "esos indeseables", que no son sino personas que huyen de la miseria, de las persecuciones, de las guerras que la injerencia de Occidente provoca en nombre de los intereses geo-estratégicos.

Los responsables de tanto dolor innecesario pueden seguir haciendo gala de su habitual hipocresía; desde las jornadas de luto a las pomposas declaraciones de intenciones, o las que señalan a las mafias como responsables. Como si la existencia de éstas no se debiese, en primer lugar, a los acuerdos migratorios que pretenden blindar a Europa de la llegada de la "chusma tercermundista".

Empecé diciendo "yo también fui migrante"... pero lo único que compartí con los millones de personas desplazadas en el mundo fue el sueño de un futuro mejor.

#‎NingunaPersonaEsIlegal