Pensamiento - Crítica al patriarcado
Sobre la vejez y la muerte
Entrevista a Margarita Pisano de Andrea Franulic (2012)
Para la segunda edición de Julia, quiero que seas feliz:
Antes de que nos caiga encima, la vejez es algo que sólo concierne a los demás. Así se puede comprender que la sociedad logre disuadirnos de ver en los viejos a nuestros semejantes.
No sigamos trampeando; en el futuro que nos aguarda está en cuestión el sentido de nuestra vida; no sabemos quiénes somos si ignoramos lo que seremos: reconozcámonos en ese viejo, en esa vieja. Así tiene que ser si queremos asumir en su totalidad nuestra condición humana.
Simone de Beauvoir, La vejez
Desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos, pasa ante nosotros un plano-secuencia infinito (…)
El montaje no sería sino la reducción de esta línea infinita (…) a un segmento, en cuyo final aparece escrita precisamente la palabra 'fin'.
A partir de esta idea nació dentro de mí un símil, que he realizado por pura diversión, pero que, en mi opinión, en realidad es bastante importante, entre montaje y muerte. Es decir, nosotros sabremos lo que ha significado nuestra vida solo cuando hayamos muerto. No nos expresaríamos si fuésemos inmortales, igual que la realidad (…) se transforma en expresión en el momento en que termina, y esto sucede a través del montaje, como en una película.
Pier Paolo Pasolini, Nueva York
La trascendencia es un concepto patriarcal que fundamenta la perpetuidad de un sistema de poder, sin embargo, también podríamos entender la trascendencia desde otro lugar. ¿Tienes algún concepto de trascendencia, te importa la trascendencia?
Me importa, Andrea, yo sigo pensando en escribir y dejar mis ideas plasmadas. Cualquier chica que ande por ahí, sin referencia del Afuera, en algún momento puede leer algo mío y decir: "bah, mira, esta vieja escribió esta parte que a mí me interesa". Yo creo que aporto a la liberación de las mujeres sin que pasen a ser un contingente más de la masculinidad. Esto último es una gran falla del feminismo; debemos estar muy atentas a esa igualdad desigual, tremendamente engañosa. Creo que he dado un paso en ese sentido.
Fundamentalmente, que el hilo no se corte.
Tenemos una historia que nos está dando pistas, y existe la Carla Lonzi, la Adrienne Rich y la otra y la otra… ¡existen! Pero eso aún no alcanza a ser un corpus; son siglos de haber permanecido en la ajenidad de lo femenino.
¿Tú piensas que podría llegar a ser un corpus en algún momento?
Sí, aunque siempre el patriarcado tratará de ganarnos el quién vive. Esto de que haya mujeres queers, por ejemplo, ni en mi peor imaginario pensé que sucedería lo que está pasando actualmente en el feminismo…
¿No te imaginaste un aterrizaje como este?
No. Ni con la "consistencia intelectual" que le ponen; siento que es lo más difícil de combatir, ojalá no existiera la cosa queer, porque habría un camino más fácil para nosotras; con la teoría queer nos vuelven a diseñar dentro de la cultura masculinista.
En el tema de la trascendencia de tus reflexiones políticas, ¿le otorgas más importancia a la escritura que al activismo, o cómo los combinas?
Sin activismo es difícil tener un pensamiento en evolución. Creo que en la charla del otro día se me aclaró mucho más la cuestión de la Hannah Arendt, porque había un intercambio con otra gente, y así me logré explicar cómo una mujer inteligente puede pensar como hombre y pasar de largo por la no-historia de las mujeres. Eso me incita a seguir escribiendo, a republicar.
Si no existieran las mujeres no haría nada. Es decir, no lo hago por el sentido patriarcal de las cosas, de la consanguinidad y la familia. Lo hago porque me interesa un cambio civilizatorio. A mí me interesa dejar sembradas pequeñas cosas para que sepan cómo derrumbar al patriarcado, no es entrar a la academia y hacerles la competencia a los hombres en la competencia inventada por ellos. Si es desde sus espacios, siempre estaremos perdidas. Está lleno de mujeres en sus centros de poder y no pasa nada; el patriarcado reacomoda su cultura, pero no cambia su modo de civilización.
En relación con la muerte patriarcal, y según tu análisis, ¿qué ideas la contienen?
El patriarcado ha armado su continuidad, toda la parafernalia que ha hecho con la muerte para dar cuenta de su eternidad: sus inicios son eternos y también su final es eterno. Está el cuento de la otra vida, pero no hay otra vida. Tú eres lo que viviste y lo que pensaste. Lo que pensaste puede seguir existiendo, pero no es otra vida. Es una trampa gigantesca eso de la otra vida, sirve para extorsionar a las personas. Así, se vive una mala muerte y una mala vida. Si yo me digo: "Bueno, hasta aquí llegamos, aquí se terminó la cuestión, y no hay juicio ni nada, no hay amenaza posible", me desprendo tranquila de la vida, sin espasmos o resistencias para no morirme. Otra cosa es el miedo al dolor, que no hay que confundirlo con el miedo a la muerte.
Para el sistema civilizatorio patriarcal, es fundamental aterrorizarnos. Es más fácil manejar muchedumbres bajo el terror, como lo demuestran constantemente: es de terror su sentido de dominio, sus invasiones, sus guerras y sus prohibiciones hacia el cuerpo. Mi proceso de muerte es saber morir como pienso, en el desprendimiento. Yo no quiero que me duela nada. No me gusta el dolor, no creo que el dolor sirva para algo. No quiero que nadie sufra ni quiero hacer doler. Pienso que en el patriarcado hay una cosa perversa con el dolor y eso es poder. Mientras más nos alejamos de este sistema civilizatorio, encontramos más sabiduría para entender la muerte.
Morir en esta cultura es congruente con la vida que se propone en ella. Una vida amarrada, programada, que no le deja espacio al movimiento, más bien atrapada en modelos de relación.
El patriarcado tiene un diseño de vida, todo basado en ideologías, escritas por "dioses" en libros sagrados inamovibles y amenazantes. Y con todos los reglamentos de la vida establecidos: cuándo y con quién debes casarte, cuándo y cuántos hijos debes tener, y también qué debes pensar, creer y hacer en todo orden de cosas. Esto es una "toma". Está todo planificado, y pensamos que esto es lo natural, y no lo es.
¿Cómo sería entonces una buena muerte en otra civilización?
Sin miedo y sin dolor. Tendríamos que usar nuestras lindas inteligencias para que este sea un desprendimiento diseñado. Una civilización basada en un concepto de desprendimiento, no se va a cerrar a ensayar otras formas. En la resistencia al desprendimiento, aparece el dolor. Por ejemplo, a mí me dolió la muerte de la Julieta Kirkwood [descargar su libro Tejiendo rebeldías], porque sentía que perdía la posibilidad de haber trabajado más con ella, la sentía muy cómplice mía, y me costó desprenderme.
Pero he tenido otras muertes: amigas que yo creía que íbamos a ser cómplices en lo político y terminaron siendo cómplices del patriarcado. La Morada fue otra muerte. Me he tenido que desprender bien, parir varias veces. Todas estas cosas finalmente me han servido para producir lo que he hecho. Saqué mis primeros escritos, porque tuve un moscardón dos años de mi vida que me decía: "Escribe, tus ideas son válidas", la Julieta.
La buena muerte, para mí, es morir sin dolor. Yo no he podido encontrar a alguien de la medicina que me asegure una muerte sin dolor. Pero sé que tú y las más cercanas no me harán vivir en el grito por tenerme tres días más, eso es una crueldad. Nunca me ha gustado que en la vida me duelan mis piezas y partes. No quiero que nadie me consuele alrededor, me interesa soltar, el desprendimiento.
Prefieres la tierra…
Y que me coman los gusanos…
Así te vuelves a integrar a la energía de la Tierra…
Claro, las cenizas son medias fatales. Además, cómo voy a proponer que me quemen si a las mujeres nos quemaron durante siglos por pensar. Por eso tampoco quiero que me duela, porque mi cuerpo me ha dado mucha felicidad y contento. Desde niña, en Tierra del Fuego, con ese viento de 100 kilómetros por hora, yo jugaba a volar. Me interesa volver a la energía del mundo, si el mundo a mí me ha gustado vivirlo tanto.
¿Qué piensas de la donación de órganos?
A mí no me gusta que la medicina patriarcal se meta con mi muerte. Le tengo una tremenda desconfianza. En todo caso, los órganos viejos como los míos, yo supongo que no le servirán a nadie. Que no se meta con mi muerte. No le tengo respeto a la medicina patriarcal: no me gusta su ciencia ni lo que han hecho ni sus conceptos, ni su ética de prolongar la vida sobre la base del dolor.
¿Qué piensas del suicidio?
Alguien que plantea que no quiere que le duela, tiene derecho al suicidio, en el sentido de que voy a vivir mi vida siempre y cuando tenga calidad y pueda hacer las cosas que me gustan. Yo espero poder tener la asistencia para morir sin dolor. Todavía la sociedad donde estoy no me la garantiza, porque no hay eutanasia y está toda la prohibición del suicidio bajo el manto del pecado, la sanción y el control. Tampoco puedo dejarle a alguien el peso de que la juzguen por asesina por haberme ayudado a morir. También lo he pensado. Tengo que solucionarlo yo y se hace más difícil en esta sociedad. Si viviera en Holanda, no tendría problema.
Me indignan estos dictadores, que tenemos en la mayoría de los lugares del mundo, que controlan tu muerte y tu cuerpo por el aborto. Son los creyentes, algunos convencidamente laicos. Estamos a años luz de las cosas que lenguajeamos, como por ejemplo la igualdad o el derecho a la vida: son palabras vacías. Que somos cultos, también es una expresión vacía, creo que estamos en un nivel de barbarie absoluta y cada vez peor.
A ti te gustó mucho la película franco-canadiense: Las invasiones bárbaras, porque el protagonista decide morir con la gente querida alrededor, en un viaje de heroína…
A mí me gustaría esa muerte, en un viaje, mirando el atardecer como ese viejo, aquí en mi casa con mis libros, mi música y mis amigas.
Que cada ser humano piense en su buena muerte; la idea no es "esperarla" como una amenaza.
Como te digo, una buena muerte para mí es decir: "Bueno, yo dejé un caminito abierto de cambio civilizatorio", porque pienso que está todo muy mal hecho, y no reivindico nada. Yo no puedo vivir tranquila con los resultados que ha tenido esta civilización: sus ideologías son malas, el sentido cristiano del "bien" lo encuentro perverso; por eso, tengo desconfianza en su medicina y en su forma de aproximarse a la vida. Lo mismo me pasa con su arte acumulado en los museos y con su historia. Pese a esto, soy una vieja contenta consigo misma, y me pongo "afuera".
Ahora, colocando el foco en la vejez, ¿cómo piensas que es el envejecer para las mujeres en el patriarcado?
La vejez en el patriarcado contiene la idea de desecho. Y las mujeres se absorben en la maternidad, porque es la única cosa que tienen más agarrada y que pueden prolongar hasta la muerte, por eso aceptan con tanta tranquilidad que la maternidad dure para siempre, aunque los hijos sean buenas o malas personas. Toda la carga patriarcal nos dice que los hijos son importantes, sin embargo, somos importantes en tanto seres humanos; me molesta el "hijismo" de esta civilización.
Las mujeres se casan y son madres hasta la muerte, esa es la ideología patriarcal. Esto les da una cierta tranquilidad de que morirán acompañadas por la familia. También les pasa a los hombres, pero ellos entienden más la familia como un sistema de poder y bienestar, esperan que los cuiden. Las mujeres, más que esperar que las cuiden, esperan que no las abandonen.
Actualmente, el desarrollo vertiginoso de la cirugía y la industria cosmética cristaliza y profundiza el mal proceso de vejez de las mujeres en el patriarcado.
Claro, una mujer que llega a la menopausia, en la cultura patriarcal, deja de ser deseable; se instala el deseo, por lo tanto, de seguir vigente, de no envejecer, de resistirse a este proceso natural de la vida, de llevarle la contra a la cuestión. Esta construcción de vejez emerge desde la angustia y no desde el amor a sí mismas, desprecian su cuerpo de tal forma que soportan operaciones dolorosas en lugar de cariños, para mantener a un macho al lado que tampoco las deja tranquilas, mandándolas; y además esta unión es aparente, porque finalmente él se va con la otra más joven. Esta historia se sigue dando.
La idea de que el deseo se acaba con la menopausia es un mito trágico, lo que se acaba son las ganas de vivir con tanto abandono y terror. Los deseos de tener sexo no se acaban nunca, es un continuo de la vida, quizás vayan modificándose; pienso que van teniendo otros matices. El deseo y las ganas de vivir una los siente hasta que decide desprenderse de la vida.
Y este es un concepto de sexualidad totalmente basado en la "reproducción", es decir, una mujer deja de ser deseable porque al mismo tiempo deja de tener capacidad de parir.
Esta cuestión es una sobreideologización, es decir, que una mujer sea válida mientras pueda parir. No basta el que sea una ser humana válida o sabia. A los hombres les interesa ser triunfadores, tener blasones universitarios de conocimientos o ser campeones de fútbol.
¿Cómo has vivido tu proceso de vejez? Me parece importante que las mujeres tengamos otros referentes de cómo envejecer.
No he hecho nunca nada para mejorar mi físico. Para mí el atractivo de una persona no está en su físico. Está en su mirada, en su gestualidad, en lo que emana: la tranquilidad o sus intereses en la vida, eso es lo que me atrae de las personas. Si es bonita está en un segundo plano, pero tampoco me importa mucho. Es más bien ese hálito que constituye a un ser humano, la energía que emana y trasunta una cierta sabiduría para vivir. Y para mí no es sabiduría hacerse una cirugía estética. Es sabiduría afinar tus deseos, tus aproximaciones a la vida.
El cuerpo es el único instrumento que tenemos para tocar la vida, y siempre te propone, de alguna u otra manera, acción y placeres, libros y música. El cuerpo logra que abandonar la vida se te haga amable. El mismo cuerpo te dice que tienes que abandonar los dientes o las piernas. Para qué me voy a resistir a eso, no dejaré de cuidarme, pero sí me está ayudando para desprenderme de un cuerpo que va sirviendo menos. Si entiendes el proceso, no sientes resistencias ni rabia. Se trata de tener otra actitud con el cuerpo, no forzarlo a nada, no hacer esfuerzos con lo que ya no se puede hacer. Nos dice que debemos tomar las cosas con calma, porque está viejo, y eso no es terrible si una lo acepta.
Y a ti, ¿qué te gusta de tu vejez?
Mi tranquilidad. Ya no tienes que demostrarle nada a nadie. Sigo haciendo mi vida, produciéndola. Soy una productora de vida. No tengo que demostrarle a nadie que soy inteligente, para mí esos son juegos que no tienen importancia. Me importa transmitir lo que voy descubriendo y que tenga un continuo en la historia. Siento que lo que hacía a los diecisiete años es casi una barbaridad si lo comparo con lo que hago ahora a los ochenta. Con los años, me he puesto más radical políticamente, porque se trata de hacer una cosa civilizatoria, más profunda con una misma, buscarle más a la vida, hacerla más bella, no en el sentido de una estética fácil para trepar, no, sino porque los bosques son bellos, tienen unos silencios con ruidos… y eso es lo que gusta del vivir.
También me gusta que me haya tocado vivir en una época donde los libros son más accesibles, sin desconocer que existe un gran negocio capitalista de las editoriales y los premios, y los buenos libros son pocos. Este interés por la lectura me mantiene viva. Este interés de redescubrir a Pasolini en sus escritos, más que en sus películas, que también me las vi. Pero ahora leyendo a Pasolini, le estoy dando otra vuelta más a todo, desde la horizontalidad y no desde la visión pretenciosa de lo que se considera intelectualmente válido.
Otra característica es que vives sola, porque como decías hace un rato, están todos estos fantasmas de la vejez solitaria y el deseo de terminar con una pareja o con hijos que nos cuiden. Tú tienes un espacio propio y tienes relaciones de amistad que traspasan los cortes por edad.
Y para mí son necesarias: no creo en la parejil-pareja. Mi espacio es equilibrado en cuanto a espacio solo y amistoso, también es un espacio enseñador y político, porque me dan ganas de transmitir experiencias de vida que para mí son conocimientos. Estas cosas me aportan para mi buena vejez.
Y tu sexualidad en la vejez, ¿cómo te la vives? ¿Y el amor?
El amor puede tener muchas figuras, yo te amo a ti. Tengo dos o tres personas por las cuales siento mucho amor, y no es el amor parejil, son amores que trascienden la sexualidad establecida, porque no estamos maduros, culturalmente hablando, para incorporarlos a una sexualidad otra, porque en esta cultura –y como estamos conformados– es muy difícil. Está toda la construcción de los celos y del "mía mía mía" y el "tuya tuya tuya". Hay que esperar otra cultura para que esto sea más lúdico.
Lo que plantea un poco la Yourcenar en Memorias de Adriano, este amor bonito que tenía el Adriano con el Antinoo; ella indaga un poco en un amor diferente, el Adriano quería a Antinoo porque era bello, pero también por otras cosas, porque era sensible; le atraía más allá de lo físico. Los tiempos que vivimos están llenos de amores románticos negadores de vida y de una sexualidad estructurada en lo reproductivo.
¿La vejez patriarcal termina siendo una escasez de amores?
Sí y de amistades también… Y ahí está el otro hecho patriarcal fundamental que es el corte/conflicto por edades. A esa cuestión yo también me rebelo. Es casi inútil quebrarle la mano al sistema, porque está tan enraizado que los jóvenes con los jóvenes, los viejos con los viejos y los medianos con los medianos; y que las generaciones están cortadas y van quedando solos los más viejos y luego van a parar a un lugar donde tienen que morirse: a mí me parece patético como cultura.
El modelo es pésimo, es posible imaginar otros modos de relación, más fluidos y con otras posibilidades, sin cortes/conflictos. Una cosa importante es deconstruir el concepto de familia. Con la gente hay que llevarse bien, no por "sangre" ni poder, sino porque te interesa como persona, por el potente atractivo que emana.
Hiciste una distinción entre el amor y el sexo, dijiste que el amor lo vivías con amplitud, ¿qué pasa con el sexo?
Para mí, el amor tiene varios componentes y no todos tienen que coincidir. Puedes sentir atracción por una persona en un plano corporal, que puede transformarse en atracción sexual, pero no es lo fundamental. Lo fundamental es compartir unos deseos de cambio de verdad, que se pueden ir explicitando cada vez más para empezar a constituir una propuesta que sea atractiva para más personas, que se pueda compartir; porque yo soy de choclón también, pero selectivo, no me funciona el choclón para divertirme ni para tomar trago ni drogarme.
Ahora, una tiene deseos de tener orgasmos hasta el final, por lo menos yo tengo ochenta años y todavía quiero tener orgasmos, y ojalá los tuviera más seguidos, pero si de repente ya no tienes interlocución erótica con el resto, que ya no te miran con interés porque estás muy vieja, porque hay prejuicios profundos en relación con la edad, cuesta un poco más el erotismo y también el autoerotismo, que para mí es un espacio sexual muy válido, legítimo e independiente de los otros espacios, con leyes propias, no es un sucedáneo. Al contrario, es parte de tu autonomía, en toda edad y situación. Pero el eros propio se alimenta sutilmente con otros eros. Esos deseos de hacer cariño, el deseo de besar, el deseo de tocar, son expresiones que cada vez se te hacen más difíciles, porque necesitan un intercambio humano… es difícil no caer en inseguridades. Estoy viviendo un poco eso.
Y para terminar, ¿qué nos dirías?
Que la vida vale la pena vivirla siempre, aunque duela a veces. Siempre será mejor estar expresadas honesta y horizontalmente con los demás humanos que no sean creyentes. Con ellos sí podemos avanzar en humanidad.
Información sobre uso de este material: consultar con la autora
Publicado en mujerpalabra.net en junio 2015 (con retraso desde noviembre 2012)