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Conoce a... - Robin Morgan

Volver a webita de la autora Poema "Al borde del campo de trigo" / "At the Edge of the Wheatfield"

Imprimible de poema en inglés y español pdf (5 págs.)

Poema "At the Edge of the Wheatfield" de Robin Morgan, publicado en Dark Matter. New Poems (Spinifex, 2018), y traducido por michelle renyé vínculo externo e Isel Rivero con autorización de la autora.

Centrarse en los detalles de objetos cotidianos puede haber recordado
al artista de concentrarse en las cosas constantes del mundo
que lo rodea, para evitar sentirse desbordado.
—Philadelphia Art Museum
2012 Van Gogh Up Close Exhibit vínculo externo [Van Gogh de cerca],
con obras desde 1886 hasta su muerte en Auvers en 1890.

Al borde del campo de trigo

¿Qué es constante en el mundo?
Fritillarias en un jarrón de cobre. Unas botas, 
maltratadas, con la forma de pies que no caben. Un solo iris.
Hierbas indolentes. Mariposas.
Faltan cuatro años, innocente de la fecha,
hasta que las estrellas carenen girando 
por el cielo nocturno, los cuervos salpiquen la yema
del cénit, todo cambie, se mueva, desborde…

Por el momento, intenta actuar normal.
Intenta ganar dinero, tener seguridad, ser independiente.
Los grabados japoneses son lo último.
Emúlalos: sus calmas, firmes,
sombras pastel, sus formales, lisas
—algo se remueve por debajo, rueda hacia aquí
en oleadas, algo de dentro, algo de lo profundo,
quedan cuatro años—

Sotobosque, entonces. Vuelve a estar en voga,
pero al estilo convencional. Practica
tu oficio, toma apuntes, disciplina,
desborda tú el miedo a lo que se remueve y retuerce en remolinos
por debajo. Sotobosque. Sí. Pero domesticado, ordenado.
No, tu espátula lanza navajazos a lo sensato.
Tu suelo succiona la fuerza un arco
que se eleva y retuerce, faltan tres años

que contorsiona cada hoja de hierba y la vence
bajo el peso de un viento único, propio.
El sotobosque se estira desde lo profundo,
desde lo que no puede ser visto desde donde
raíces de árbol giran sus nudillos para alcanzar—
Árboles, pues, están de moda. Alamedas. Álamos. Majestuosos, serenos
magistrales. Tropas en formación.
Intenta actuar normal, pinta árboles.

Pero estas ramas y troncos hacen nudos, se anudan,
enredados por una fuerza desbordante
las líneas rectas, bajo la tensión, la presión
del crecimiento. ¿Acaso no es normal? Quizá,
pero no popular. Desbordada
la gente elije no vivir con tal paralizante
oscuridad en sus lisas paredes. Intenta
actuar normal. No hay seguridad, no hay independencia

posible, sólo este subir y bajar por el filo de un campo de 
     ¡Mira! ¡Mira lo que estalla! radiante trigo, espigas limón
     lánguidas grullas mojando sus arcos de largo cuello en una laguna
naturaleza muerta, entonces. Siempre se sabe qué es. Fruta en un cuenco. Flores
pastel.         Pero ¡mira! esos girasoles en la cuneta, broncos,
crudos, angulares—ofendiendo a los coleccionistas.     Faltan dos años.
Peras, también. Melocotones, una manaza. Quietud
al fin. El cuenco descansa. Algo que se pueda comprar, colgar,

algo a lo que agarrarse… pero mira el aire, el espacio
     que rodea la fruta, que enmarca el cuenco:
            cientos de costras de espátula, gruesas, señales que laten
     que hacen restallar la tormenta que se acerca.   Falta un año.
Nadie puede ver eso normal, la línea recta en la naturaleza
no existe, la vida no está muerta, el lienzo no es liso,
porque algo se acerca rodando en oleadas, filtrándose
       desde lo hondo    desbordará las estrellas que baten el cielo nocturno,

oscuros mirlos ensombrecerán el mediodía, el aire se desnudará.
Para cuando un solo disparo espante a los cuervos
terminará la espera, se acabará la paciencia. Llegó el momento
de entrar al campo de trigo de entrar a los amarillos deslumbrantes
que aún nos hieren los ojos por su mirada de llama, azules fríos como el negro,
blanco gris de agotamiento. Entra la energía
desenroscándose dentro del cerebro, observa más dimensiones
herida en perspectiva, entra al alarido

de color y torsión que llamarán locura
pero que tú conocerás como una salud que entra a la fuerza 
que creará cientos de obras en esas últimas semanas:
una obra maestra al día.
Abraza el torbellino
que la tormenta rompa
sobre tu cabeza, que atraviese
tu corazón
dejar ir todo lo demás
que
     la lluvia
            pálida cortina que golpea oblicua
                   tiernos verdes anegados en azul fantasma
                       aclare el dolor hacia la belleza
                                   ya superado ahora, paz como un pasado,
                                                          ella al fin desbordada.

 

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Información sobre uso de este material: De la traducción vínculo externo Del original en inglés, copyright 2012 de Robin Morgan vínculo externo
Publicado en mujerpalabra.net en mayo 2024