Pensamiento - Sociedad, economía, filosofía y política
El Feminismo como asignatura
Coral Herrera Gómez
La Ministra de Igualdad propuso el miércoles que la igualdad, los estudios de género y la tradición intelectual del feminismo ocupen "un lugar en la formación troncal" de los estudiantes universitarios españoles, según informa el periódico 20 minutos. No sé por qué cada vez que habla, luego vuelve a emitir un comunicado retractándose o matizando sus palabras. Las ministras parece que siempre tienen que pedir perdón en el mundo de la política, pero yo no sé por qué hacen tanto caso a las críticas feroces de los antifeministas. Es una propuesta sensata y lógica; las Universidades están llenas de hombres y mujeres que estudian la ciencia con una perspectiva de género, y que se reúnen en seminarios, congresos, jornadas, etc. Lo normal es que se estudie dentro de las carreras, ahora llamadas grados, porque es una disciplina cuya transversalidad dentro de la ciencia es cada vez mayor.
A mí me parece que ya va siendo hora de que los estudios de género formen parte de asignaturas escolares, en Bachillerato y en la Universidad. Lo que yo he estudiado durante veinte años es la Historia de los Hombres; excepto Cleopatra y la Reina Isabel la Católica, todos los reyes, príncipes, emperadores, zares, caudillos, gobernantes, condes, marqueses, militares y papas han sido hombres. No sólo en Historia: en Literatura todos los poetas, escritores y editores son hombres; solo recuerdo a Santa Teresa de Ávila y a Rosalía de Castro como ejemplos de mujeres creadoras. En Filosofía, todos los autores importantes (Aristóteles y Platón, San Agustín y Santo Tomás, Rousseau y Hobbes, Locke y Erasmo, Ortega y Marx...), pero nada de María Zambrano o Hanna Arendt hasta que llegué a la Universidad. Yo he estudiado a los grandes artistas (Miguel Ángel, Velázquez, Beethoven, Mozart, Picasso) y también he leído sobre los científicos más grandes (Galileo, Newton, Einstein), pero sólo recuerdo a una mujer científica importante: Madame Curie.
Cuando por mi cuenta empecé a leer sobre mujeres que gobernaron países, que escribieron, que pintaron, que pensaron, que compusieron música, que descubrieron cosas importantes para la Ciencia, me pregunté cómo era posible que nadie me hubiera hecho notar la invisibilidad de las mujeres en los libros de texto mientras me contaban las guerras y las batallas de los Hombres. Empecé a leer sobre las mujeres que a lo largo de los siglos se han organizado para luchar por sus derechos y sus libertades; muchísimas de ellas han sufrido y sufren aún ostracismo social, torturas y vejaciones. A lo largo de los siglos, las mujeres feministas han sido encarceladas, violadas y asesinadas sólo por defender la igualdad. Cuando veo los logros de esa lucha en las democracias actuales, me doy cuenta de la importancia que ha tenido para mí y para mi generación porque gracias a ellas y a los hombres que colaboraron en esas luchas, puedo estudiar y trabajar, elegir con quién comparto mi sexualidad y mis emociones, elegir el momento de mi maternidad, configurar mi proyecto vital yo sola, etc. Y me emociono comparándome con mi abuela, que vivió toda la dictadura franquista y asumió su ideología católica y misógina.
Después de darme cuenta de lo necesario que sigue siendo la lucha por la Igualdad, me alucina que la gente tenga una visión tan estereotipada y negativa del feminismo; la mayor parte de la población cree firmemente que el feminismo y el machismo son lo mismo, y que el feminismo es cosa de mujeres que odian a hombres y quieren imponer el poder femenino para instaurar un sistema como el patriarcado en el que dominen las mujeres. El feminismo no quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la Sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo.
Es una cosa muy simple, pero en mis clases en la Universidad, cuando pregunto quién es feminista, nadie levanta la mano, ni hombres ni mujeres. Cuando pregunto por qué, el argumento es siempre el mismo: "es que yo estoy a favor de la igualdad, no de que las mujeres dominen el mundo". El feminismo, sin embargo, no es una ideología anti-hombres llena de odio, rencor y miedo. Prueba de ello es la cantidad de hombres feministas que existen, y que han colaborado en esas luchas desde los años 60 en Occidente.
El feminismo del siglo XX es, de igual modo que el pacifismo y el ecologismo, una extensión en la lucha por los derechos humanos. Defiende la igualdad entre hombres y mujeres, y se centra en trabajar contra la discriminación que sufren las mujeres en las sociedades patriarcales. Tiene una vertiente teórica y otra social, y ambas confluyen en los grupos femeninos que se reúnen para poner en cuestión las tradiciones patriarcales, para reclamar un mundo más igualitario, para acabar con la violencia ejercida contra mujeres y niñas en todo el planeta. Por supuesto que ha habido grupos de mujeres que han propuesto dejar la población masculina en un 10% de la población, únicamente para utilizarlos como sementales. Pero eso es un grupo muy reducido de teóricas extremistas que no representan a la totalidad del feminismo, cuyo objetivo es empoderar a las mujeres para que compartan la vida con los hombres en igualdad de condiciones. El problema es que estas luchas han quedado desprestigiadas por un estereotipo negativo que se ha extendido en la conciencia colectiva: la feminista radical lesbiana militante que odia a los hombres y no para de protestar contra el macho porque todo le parece fatal. Esto ha hecho mucho daño a la lucha por la igualdad; al ecologismo le pasó lo mismo cuando se comenzó a construir una imagen del movimiento como un grupúsculo de radicales irracionales.
El feminismo ha sido un conglomerado de escuelas, corrientes teóricas, grupos de activismo muy variado; todas tienen y han tenido un objetivo común, que es la igualdad de derechos y oportunidades, pero existen muchas ideologías en esa red: feminismo progre, feminismo institucional, feminismo punk, feminismo radical, feminismo comunista, feminismo anarquista, feminismo burgués, feminismo multicultural, feminismo lesbiano, post feminismo... y estudios de masculinidad que investigan cómo el patriarcado ha afectado a los hombres, a su salud mental y psíquica, a sus emociones y a sus relaciones afectivas. Además, dentro de los estudios de género también están los estudios gays y lesbianos, la teoría marica... y la teoría queer, que propone ir más allá del feminismo y diluir las barreras de género, integrando a la especie humana en un todo en el que caben mujeres masculinas, hombres femeninos, travestid@s, transexuales, y gente que no se siente ni una cosa ni la otra. En ese entorno tan vasto de posibilidades, existen profundos choques entre las diferentes corrientes, pero en cualquier caso lo interesante de los estudios de género es la puesta en común de un análisis en torno a cómo el patriarcado ha afectado a la vida cotidiana de mujeres y hombres, a nuestras relaciones sexuales y afectivas, a nuestras formas de organización política, económica y social,a nuestras expresiones artísticas y nuestras producciones culturales... es simplemente analizarlo y proponer vías para que las mujeres no sigan estando invisibilizadas en los libros de texto.
Esto en el caso de los países desarrollados, que son pocos comparados con el resto del planeta. No hace falta recordar que fuera de estas islas de privilegio (Europa y Norteamérica) 100 millones de niñas son mutiladas y privadas de su derecho a la sexualidad y al placer, a la educación y al trabajo remunerado, son apedreadas en el mundo árabe hasta la muerte, se trafica con ellas y sus cuerpos como negocio en todo el mundo, son más pobres y analfabetas y están más desnutridas que los hombres, trabajan el doble o el triple que ellos. En esos países hay muchísimo trabajo por hacer y el activismo feminista, pienso, es totalmente necesario para que algún día esos países estén realmente en vías de desarrollo. En el ámbito de la investigación de los países desarrollados lo justo sería visibilizar el papel de las mujeres en la Historia, sacar a la luz la cantidad de mujeres astrónomas, matemáticas, biólogas, médicas, filósofas, poetas, políticas, escultoras, arquitectas, etc. que han hecho grandes aportaciones a la Humanidad y que han sido reconocidas o despreciadas en su época. Su importancia ha quedado silenciada porque en el pasado sufrieron las burlas de sus colegas de profesión y en el presente no se las estudia en los colegios ni en las universidades.
A mí me parece increíble que se estudie la crítica de Erich Fromm a la crítica de Marcuse sobre Freud, pero que no se hable de la crítica de Mary Wollstonecraft a Jacques Rousseau, hombre que creía en la igualdad y en la libertad, pero no en la de todo el mundo, sino solo la de los hombres. También que me parece increíble que me expliquen la Revolución Francesa sin contarme que las mujeres exigieron, al inicio de las revueltas, que la carta de derechos fundamentales del hombre también fuese para la otra mitad de la población. Lo mismo con las revoluciones socialistas: mujeres comunistas y anarquistas exigieron que antes de derribar las diferencias de clases había que derribar la inferioridad de la mujer y la superioridad del hombre, porque si no la Revolución no sería una Revolución, ni una lucha real por la igualdad de todos los seres humanos.
El desprecio de las luchas de emancipación femenina que mantuvieron los hombres revolucionarios del siglo XVII hasta hace bien poco deslegitima, desde una perspectiva libertaria, la lucha socialista por el fin de las clases sociales y de las relaciones de dominación entre ricos y pobres, porque al mantener las jerarquías de género siguen proponiendo sistemas políticos no igualitarios.
En cualquier caso, ya va siendo hora de que las instituciones se esfuercen por dar la importancia que se merece a la lucha feminista dentro de la Historia Universal, y de que se impliquen en acabar con la idea de que las mujeres somos inferiores sólo porque a nuestras antepasadas se las prohibió el acceso a la educación, al prestigio intelectual, y a la disciplina científica. Que los grandes de la Historia hayan sido Hombres es normal en una cultura patriarcal; ya se sabe que son los vencedores los que escriben el relato histórico que la ciudadanía tendrá que estudiar y asimilar.
Ahora que las leyes democráticas fijan la igualdad de mujeres y hombres, hay que comenzar también a visibilizar una parte de nuestro pasado y nuestro presente que no nos han contado en las escuelas. Sólo para que las niñas y los niños del futuro sepan que muchas mujeres dieron su vida por alcanzar la igualdad, y que en la actualidad, fuera de nuestras fronteras, siguen organizandose por sus derechos, arriesgando su libertad y su vida.
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Publicado en mujerpalabra.net en enero del 2011