Libros y Tradus - Traducciones Libres/R-evol-ucionadas
Lenguaje y feminismo (intro al ensayo Feminismo y teoría lingüística)
Por Deborah Cameron
"Lenguaje y feminismo", introducción del libro de Deborah Cameron (Palgrave, 1985), Feminismo y teoría lingüística, traducido y comentado por michelle en el marco de Traducciones r-Evol-ucionadas para mujerpalabra.net. La traducción está realizada desde una inteligencia feminista de 30 años después. Los comentarios de la traductora, no sólo sobre lenguaje, aparecen entre corchetes.
Más sobre lenguaje en Pensamiento - Sobre lenguaje
La cuestión del lenguaje y sus implicaciones políticas ha sido tratada por escritores, filósofos y teóricos sociales a lo largo de la historia [patriarcal] de la civilización occidental. Asimismo, sabemos que el tema ha inspirado visiones en extremo pesimistas: desde la Grecia antigua a [la novela] 1984 de Orwell [donde aparece Gran Hermano], se le ha atribuido al habla y la escritura un poder perverso del que no somos conscientes a la hora de regular las relaciones sociales y para ocultar importantes realidades tras la nube de la retórica de la distorsión [misleading rhetoric]. Hemos heredado la idea de que el lenguaje es un arma empleada por los poderosos para oprimir y silenciar a sus subordinados, lo que no está falto de justificación. Sin embargo, ¿por qué iba a ser el lenguaje, y el conocimiento del lenguaje, un recurso sólo para los poderosos? Por qué no podría "el otro bando" "apropiarse" de esta "arma"? [entrecomillo el lenguaje bélico que genera el patriarcado, ella sólo entrecomilla "arma"].
Las personas feministas se han hecho siempre esta pregunta, abordándola de diferentes formas. En la Convención de Seneca Falls de 1848, por ejemplo, un evento de la historia del feminismo estadounidense, las delegadas adoptaron una resolución que criticaba las restricciones del momento sobre el derecho a la libertad de expresión pública [política] de las mujeres. Hace más de cien años, el británico John Stuart Mill, que apoyaba la lucha por los derechos de las mujeres, suscitó la cuestión de los pronombres en masculino [supuestamente] genéricos [el supuesto "genérico", que además no existe gramaticalmente en los sustantivos, se ha defendido en el siglo 20 a raíz de los avances en la comprensión de los derechos humanos de las mujeres, es decir, es una reacción antifeminista, pues la razón por la que se hablado en masculino durante siglos es que en el Sistema patriarcal el Hombre ha representado "legítimamente" a la especie ya que los varones han sido considerados superiores a las mujeres, como se puede leerse en los textos de la Historia, la Filosofía, la Religión…]. A inicios de este siglo, escritoras modernistas como Virginia Woolf y Dorothy Richardson debatieron la cuestión del "lenguaje de mujeres", en su búsqueda como escritoras de un lenguaje literario que pudiera incorporar la experiencia de las mujeres. En la actual ola de acción feminista, que cuenta ya con más de veinte años, las mujeres han retomado estas mismas cuestiones con incluso más insistencia, como veremos. Con toda claridad, las feministas no consideran el lenguaje un tema secundario, ni un lujo, sino una parte esencial de la lucha por la liberación. [La importancia dada al lenguaje por el mundo de patriarcal y todo el sistema social construido a partir de ella es extrema y esto es patente no sólo en la publicidad y campañas de partidos políticos; ha sido clave en la educación formal y social y en el diseño de las guerras. Sorprende más, por tanto, la insistencia antifeminista en lo ridículo que es que abordemos el papel del lenguaje en la perpetuación de conceptos y relaciones que no deseamos mantener.]
Con todo, la actitud del mundo exterior es bastante diferente. Justo después de haber publicado la primera edición de este libro, en una entrevista de trabajo me mencionaron su título, Feminismo y teoría lingüística, para comentar: "Pero esto" dijo el desconcertado catedrático, "esto es como si se escribe un libro sobre lingüística y jardinería orgánica, ¿no?". No me dieron el trabajo.
Menciono este hecho porque ilustra dos actitudes comunes en Gran Bretaña, y posiblemente en más lugares del mundo. Una es que se identifica el feminismo mismo con una persona concreta, excéntrica y mal humorada, en lugar de comprender que se trata de un movimiento [político, social]. Sospecho que un libro titulado Marxismo y teoría lingüística, por ejemplo, no habría generado tanto desconcierto, incluso para quienes no son marxistas. El catedrático, al igual que George Orwell, ubicaba el feminismo en la misma casilla que el amor libre, ser vegetariana o vegetariano, o llevar sandalias. La otra reacción, más relevante quizá, menos confinada al antifeminismo más obvio, es una incapacidad para ver las conexiones posibles entre feminismo y teoría lingüística. Que yo los relacionara se tomaba como algo paradójico, como la vieja burla de la frase "inteligencia militar".
Imagino que las personas que leen este libro no perciben el feminismo como excentricidad. Sin embargo, podrían sentir desconcierto en lo que respecta a su conexión concreta con la teoría lingüística; además de contemplar con escepticismo el significado que pudiera desprenderse de una conexión así.
En los diez años desde que comencé mis investigaciones en este campo, he observado una y otra vez que la preocupación feminista con el lenguaje en la vida práctica (por ejemplo, que cuando se nombre el título de alguien no sea en masculino si se trata de una mujer, como en el caso de catedrático/catedrática [ejemplo adaptado al español; chairman/chair]) es utilizado por las y los antifeministas como ejemplo último de que las feministas se dedican a cosas irrelevantes. Se nos pide que nos centremos en ocuparnos de las "verdaderas" injusticias en lugar de en trivialidades como las palabras [¡que reflejan nada menos que nuestra visión del mundo, que la encarnan, y que por tanto afectan a cómo nos relacionamos!]. Una respuesta a esto es señalar que no hace falta elegir: podemos luchar por salarios que no discriminen a las mujeres y al tiempo pedir que se use lenguaje no machista. Otra es explicar por qué el lenguaje es importante en sí mismo. A más escuchar las quejas de las personas antifeministas sobre lo "trivial" que es el tema del lenguaje [según para quién: que insulten verbalmente al Hombre, su honor, o a su Dios, su credo, en el patriarcado justifica guerras, asesinato y violación de personas de todas las edades], sobre cómo nos aparta de los temas "que verdaderamente importan", más sospechamos que la protesta es excesiva: quizá el tema del lenguaje tiene una extraordinaria importancia profunda para quienes critican que el feminismo lo considere importante.
De hecho, fue esta sospecha la que me empujó a interesarme por la lingüística feminista. Formada como lingüista, activa en la política [lucha] feminista, durante varios años me resistí a establecer conexiones. No trabajaba el tema de lenguaje y género, conscientemente, lo que reflejaba el hecho de que este campo tenía poco prestigio. [Honestidad y autocrítica. Considerar este tema ilustra sobre cómo es posible que mujeres del mundo de la cultura, el activismo y el poder institucional no sientan la necesidad de desarrollar inteligencia feminista, como vemos con personas de Filosofía sin interés alguno en lo que "las feministas" pueden decir sobre el lenguaje, o hemos visto recientemente en la sentencia de una jueza de Málaga determinando que una violación múltiple incluso con heridas cuantificables materialmente había sido una acto sexual libre buscado por la persona agredida; o como vemos cuando una catedrática, abogada o jueza insisten en que lo correcto es llamarse en masculino, suena mejor, más importante; saben al menos lo que cuesta llegar ahí si eres mujer.] Sin embargo, a raíz de la publicación del libro de Dale Spender, Man Made Language, El Hombre creó el lenguaje [1980, no traducido al español], cuando llegó a la arena pública la discusión entre lingüistas [de la Cultura autorizada] y feministas, la hostilidad y patente ansiedad de los "expertos" me hizo replantearme las cosas. Así surgió Feminismo y teoría lingüística [1985]. En mis investigaciones para escribir este libro conseguí apreciar por qué el feminismo y las teorías del lenguaje tienen una conexión clara.
La naturaleza de cualquier conexión entre feminismo y lingüística puede ser fácilmente distorsionada [misunderstood]; en concreto, quisiera abordar brevemente una distorsión común. El catedrático que [supuestamente] me preguntaba sobre mi libro mostrando tal desconcierto caminaba, de hecho, a tientas hacia una cuestión que sí podría tener relevancia. ¿Puede cualquier disciplina, o toda disciplina, ser abordada desde un enfoque feminista? ["¿Puede cualquier disciplina desarrollar inteligencia feminista?" es un paso más evolucionado, de incorporación para mejorar el conocimiento, visto ya que las áreas separadas han dado lo mejor, que hayamos podido pensar sin tanto obstáculo, y lo peor, que nos hayan ignorado pensando no obstante que nos consideran, de sí]. ¿Hay algún límite a los tipos de cosas sobre las que las feministas pueden teorizar?
Si mi entrevistador hubiera podido pensar con más claridad, en vez del desatinado ejemplo de la jardinería orgánica habría suscita el ejemplo de las ciencias naturales. Se puede argumentar que no existe "la física" o "la química feminista" ya que los fenómenos sobre los que teorizan esas ciencias no tienen nada que ver con el género. La crítica literaria feminista puede aportar un canon alternativo [una lista de escritoras], pero las científicas feministas no pierden el tiempo construyendo teorías de la relatividad alternativas o una nueva tabla periódica de los elementos. Si la lingüística es una ciencia, ¿no deberíamos aplicar la misma consideración a la "teoría lingüística feminista"?
La respuesta depende de cómo definamos "lingüística" y "ciencia", ambas materias de debate como veremos en el capítulo 2. Claramente existen áreas en el estudio del lenguaje donde es probable que el feminismo [la inteligencia feminista] no tenga nada que aportar: es difícil imaginar un texto feminista sobre la mutación de las vocales en gaélico, o un alfabeto fonético de mujeres, por ejemplo. Sin embargo, numerosos aspectos de la lingüística atañen al significado y a las relaciones entre las personas; son tan sensibles al enfoque feminista como la crítica literaria, la sociología o la historia.
En cualquier caso, una disciplina académica es más que su materia de estudio. Puede que no exista una ciencia feminista pero sí existe una crítica feminista a la ciencia.[Aquí ahora, dando un paso más, de integración/incorporación para seguir combatiendo el que siempre encuentre la sociedad-cultura la manera de dejarnos fuera, podríamos decir: "Es fundamental que la ciencia desarrolle inteligencia feminista", por amor al conocimiento y por justicia social respecto a las consecuencias del "conocimiento" impuesto tradicionalmente de que el Hombre es un ser superior a la mujer, por tanto, queda justificado que Él sea y que ella le ayude a ser.] Incluso si el objeto de estudio científico no tiene género, la ciencia misma es una actividad humana, un texto [discourse]: de lo que se parte y los procedimientos que lo organizan son construcciones humanas, y las feministas pueden plantear que todo esto tiene género de principio a fin.
Habiendo aclarado la importante cuestión sobre lo que significa decir que un área de estudio es "feminista", podemos pasar a examinar algunas otras preguntas concretas que relacionan el feminismo con la teoría lingüística.
Información sobre uso de este material: de la traducción, dominio público
Publicado en mujerpalabra.net en agosto 2014