Olvidad todo
lo que os contaron. No hay verdaderos homosexuales como
no hay verdaderos heterosexuales, porque nadie se puede
resumir en estas dos categorías. Sobre todo porque
la sexualidad de las personas es mucho más compleja.
¡Sí!
Todos los días tenemos comportamientos y deseos hetero,
homo, o bisexuales... pero también muchos otros que
no llegamos a definir. Entre estas categorías fijas
todo se mezcla y no es fácil etiquetar una persona
de forma definitiva. Existen pues tantos comportamientos
e identidades sexuales como seres humanos, si no más.
Y estos cambian según la cultura, las épocas,
en cada persona y en cada momento de su vida.
No hay masculino
ni femenino. Las feministas nos dicen que estos conceptos
son convenciones relativas, instrumentos culturales e ideológicos
del poder para diferenciar los papeles de hombre(s) y mujer(es)
en las sociedades patriarcales. Es muy simple: el control
por parte de los hombres de la propiedad privada y de la
capacidad reproductiva de las mujeres hace que los papeles
que se nos imponen cuando "venimos al mundo" presenten
profundas diferencias en el plano de los derechos, de los
comportamientos, en la expresión de los deseos y
en todos los niveles de la vida en sociedad. Los hombres
y las mujeres que mantienen relaciones sexuales con personas
del mismo sexo son perseguidas porque ellos/ellas provocan
el desorden en este sistema de dominación.
Pero dicen
también las feministas, que estas categorías
desiguales (masculino y femenino) no son más que
construcciones sociales -y no naturales- pudiendo por eso
ser cambiadas.
Es por estas
razones que el comportamiento sexual es considerado como
un "ensemble" [conjunto] de deseos y no como una
identidad fija.
La complejidad
de los comportamientos humanos (y no solamente en el terreno
de lo sexual) y su diversidad prueba que es inútil
encerrar a las mujeres y a los hombres en las categorías
de "hetero" u "homo" o incluso "bisexual".
Pero la verdad
es que en la sociedad existe la discriminación sexista
y homófoba; es la homofobia -en todos los niveles
de la sociedad (escuela, familia, trabajo...) y en la cabeza
de cada uno- la que impone la diferenciación y somete
todas las sexualidades no normativas (las que no aceptan
la norma exclusiva de la heterosexualidad) a violencias
simbólicas, físicas y económicas dramáticas.
Es esa diferenciación
la que impele actualmente a las personas no hetero a la
necesidad de organizarse en cuanto homosexuales, lesbianas,
bisexuales, transgénero... en la construcción
de identidades alternativas a aquellas que nos "enseñaron".
Esas identidades son un medio de lucha, no un fin, y luchamos
para que desaparezcan.
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