Queridas y queridos amigos:
Parece que la administración
Bush conseguirá colonizar Irak. Gran fantochada que
pagaremos en los años venideros. No valió
una sola vida de un chico norteamericano en uniforme, sin
mencionar los miles de iraquíes que han muerto. A
ellos se elevan mis condolencias y rezos.
Así que, ¿dónde
están todas esas armas de destrucción masiva
que eran el pretexto de esta guerra? ¡Ja! Hay mucho
para decir al respecto, pero me lo guardo para después.
Lo que más me preocupa ahora es que todos ustedes,
la mayoría de los estadounidenses que desde el primer
momento no apoyaron esta guerra, se callen o se sientan
intimidados por lo que se venderá como una gran
victoria militar. Ahora, más que nunca, es preciso
que se escuchen las voces de la paz y la verdad. He recibido
un montón de cartas de personas que sienten una profunda
desesperanza y creen que sus voces han sido ahogadas con
los tambores y las bombas del falso patriotismo. Algunos
temen alguna venganza en sus trabajos, escuelas o vecindarios
porque defendieron la paz en voz alta. Les han dicho una
y otra vez que no es "apropiado" protestar cuando
el país está en guerra y que ahora su único
deber es "apoyar a las tropas".
¿Puedo compartir
con ustedes lo que ha sido mi vida dos semanas después
de que usara el tiempo que tenía sobre el escenario
de los Oscar para hablar contra Bush y su guerra? Espero
que, al leer lo que les voy a contar, se sientan con más
coraje para hacerse escuchar en cualquier medio o foro al
que puedan entrar.
Cuando Bowling
for Columbine fue anunciada como ganadora del Oscar
al Mejor Documental, el público se puso de pie. Fue
un gran momento, uno que siempre atesoraré. Estaban
de pie y aplaudiendo una película que afirma que
los estadounidenses somos gente violenta que usa sus arsenales
para matarse entre sí y contra muchos países
del mundo. Estaban aplaudiendo una película que muestra
a George W. Bush utilizando miedos ficticios para asustar
a la gente y obligarle a hacer lo que a él le da
la gana. Y estaban honrando una película que afirma
lo siguiente: la primera guerra del Golfo fue un intento
de reinstalar al dictador de Kuwait. Saddam Hussein se armó
con las armas de Estados Unidos y el gobierno estadounidense
es responsable de la muerte de medio millón de iraquíes
durante la década pasada a causa de sus bombardeos
y sanciones. Ésa era la película a la que
estaban aplaudiendo, la película que votaron y por
eso decidí decir lo que dije en mi discurso.
Y esto es lo que
dije en el escenario de los Oscar. "En nombre de nuestros
productores Kathleen Glynn y Michael Donovan (de Canadá),
me gustaría agradecer a la Academia por este premio.
He invitado al resto de los nominados por documentales a
subir al escenario. Están aquí en solidaridad
conmigo porque nos gusta la no ficción. Nos gusta
la no ficción porque vivimos tiempos ficticios. Vivimos
en una época donde los resultados de una elección
ficticia nos dan un presidente ficticio. Ahora estamos librando
una guerra por razones ficticias. Ya sea la ficción
de la cinta aislante o las ficticias 'Alertas naranjas',
estamos contra esta guerra, señor Bush. Qué
vergüenza, señor Bush. Y cada vez que el Papa
y las Dixie Chicks estén en contra suya, se habrá
terminado su tiempo."
A mitad
de mi comentario, parte del público empezó
a alentarme con gritos. Eso disparó de inmediato
silbidos de la gente del palco. Entonces quienes apoyaban
mis palabras empezaron a hacer callar a los que silbaban.
El diario Los Angeles Times informó que el
director de la transmisión empezó a gritarle
a la orquesta "¡Música! ¡Música!"
para silenciarme. Así que la banda empezó
a tocar y me quedé sin tiempo. (Para leer más
sobre por qué dije lo que dije, pueden leer la columna
de opinión que escribí para el L.A. Times
y las reacciones en el país en mi
página en Internet.)
Desde el día
siguiente -y desde hace dos semanas-, los eruditos de derecha
y los comentaristas de la radio han estado pidiendo mi cabeza.
¿Me ha hecho daño todo esto? ¿Han conseguido
"silenciarme"? Veamos, echemos un vistazo a mi
"reacción" en los Oscar:
El día después
de criticar a Bush y a la guerra en los premios Oscar, la
concurrencia a los cines del país para ver Bowling
for Columbine subió en un 110 por ciento (Fuente:
Daily Variety/ BoxOfficeMojo.com). La semana siguiente,
la ganancia en taquilla subió a un 73 por ciento
(Variety). Es el lanzamiento comercial que lleva
más tiempo en cartel en Estados Unidos: 26 semanas
consecutivas y esto todavía no ha terminado. Desde
los Oscar, ha aumentado el número de cines que la
exhiben y ha superado el anterior récord de taquilla
de un documental en un 300 por ciento aproximadamente.
Ayer (seis de abril)
Estúpidos hombres blancos se disparó
al primer lugar de la lista de bestsellers del New
York Times. Hace 50 semanas que mi libro está
en la lista, ocho en el primer lugar y esto marca su cuarto
retorno a la primera posición, algo que casi nunca
ocurre.
En la semana después
de los Oscar, mi página de Internet recibió
entre 10 y 20 millones de visitas por día (¡un
día tuvimos más visitas que la Casa Blanca!).
Los correos electrónicos que recibimos fueron de
apoyo y abrumadoramente positivos (y las cartas de odio
han sido horripilantes).
En los dos días
que siguieron a los Oscar, la gente encargó más
vídeos de Bowling for Columbine en Amazon.com
que de Chicago, el vídeo de la ganadora a
la Mejor Película. La semana pasada conseguí
financiación para mi próximo documental y
me han ofrecido un espacio televisivo para hacer una versión
actualizada de "Nación TV / La horrible realidad".
Les cuento todo esto
porque quiero contraponerlo al mensaje que nos repiten todo
el tiempo: que si expresamos nuestra opinión política,
lo vamos a lamentar. Que nos van a hacer daño de
alguna forma, generalmente en términos económicos.
Que perderás tu trabajo. Que tal vez nunca te vuelva
a contratar nadie. Que perderás tus amigos, etcétera.
Tomemos el ejemplo
de la banda de country Dixie Chicks. Su cantante principal
mencionó lo avergonzada que se sentía porque
Bush se había criado en Texas, el estado donde ella
nació. Estoy seguro de que habrán oído
que su récord de ventas se ha "hundido"
y que las radios country están boicoteando
su música. La realidad es que no han bajado sus ventas.
Esta semana, después de los ataques, su disco sigue
en el primer puesto del ránking de música
country de la revista Billboard y, según
el semanario Entertainment Weekly, subieron del puesto
seis al cuarto en los cuarenta principales durante los bombardeos.
En el New York Times, Frank Rich informa de que trató
de conseguir una entrada para cualquiera de los próximos
recitales de las Dixie Chicks pero no pudo porque están
agotadas. (Para leer la columna de Rich en el Times, "Bowling
for Kennenbunkport", vayan allí. A mí
me gusta: habla de mi próxima película y del
impacto que podría tener.) Su tema "Soldado
de viaje" (una hermosa balada antiguerra) fue la canción
más pedida en Internet la semana pasada. Nadie las
ha perjudicado.
Pero eso no es lo que los medios les van a hacer creer.
¿Por qué? Porque ahora la prioridad es mantener
calladas las voces disidentes y las que se pregunten cosas.
Y qué mejor forma que hundiendo a un par de artistas
famosos con un montón de mentiras, así el
ciudadano o la ciudadana media recibirá el mensaje
con claridad: "Guau, si le pueden hacer eso a las Dixie
Chicks o Michael Moore, ¿qué me podrían
hacer a mí?". En otras palabras, "Cállense,
carajo".
Y eso, amigos, es
el eje de la película con la que gané un Oscar:
cómo esos que están en el poder usan el miedo
para manipular al público para que haga lo que le
dicen.
Bueno, ahora, las
buenas noticias -si es que esta semana puede haber alguna
buena noticia- es que no sólo no nos han silenciado,
sino que encima millones de norteamericanos que piensan
igual que nosotros se han sumado. No dejen que los falsos
patriotas los intimiden fijando la agenda o el debate. No
se dejen ganar por las encuestas que muestran que el 70
por ciento del público está a favor de la
guerra. Recuerden que estos norteamericanos encuestados
son los mismos chicos (o los hijos del vecino) que han sido
enviados a Irak. Tienen miedo por las tropas y han sido
intimidados para apoyar una guerra que no querían.
Y mucho menos querrán ver a sus amigos, familiares
y vecinos cuando lleguen a casa muertos. Todos apoyamos
que las tropas vuelvan sanas y salvas y todos necesitamos
decirlo y hacer que sus familias lo sepan.
Por desgracia, Bush
y Compañía no han terminado aún la
faena. Esta invasión y esta conquista los animará
a repetirlas nuevamente en otro lugar. El verdadero propósito
de esta guerra fue decirle al resto del mundo: "¡No
te metas con Texas. Si tienes lo que queremos, vamos a ir
a por ello!" Para la mayoría de nosotros no
es el momento de creer en un modosito y calladito. Háganse
escuchar. A pesar de lo que han conseguido, éste
aún es nuestro país.
Sinceramente,
Michael Moore
Ver
también La
bibliotecaria anónima y la censura,
y Hablando
sobre Bowling for Columbine
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