Sé que en el último
número escribí sobre la televisión. Parecía
que ya no podía caer más bajo y sin embargo ahora voy
y escribo sobre la televisión para bebés de dos años.
Pero he de deciros que tenéis que ver
los Teletubbies. Se trata de un
programa británico para bebés a punto de andar (...);
la media hora televisiva más rara, surrealista y alucinada que
vayas a ver en tu vida. Una especie de Monty Python para bebés,
sólo que más extraño. (...) Los Teletubbies son
cuatro criaturas humanoides de trapo llamadas Tinky-Winky, Dipsy, Laa
Laa y Po (sí, en serio), que viven en la Súpercupula Tubbytrónica,
en campos psicodélicamente verdes cuajados de flores artificiales
y de conejos de verdad. Parece que son: dos mujeres, un gay y un tipo
hetero. Al parecer, el tema gay fue añadido algo después,
aunque se cuela ya normalmente, como por ejemplo, cuando Dipsy, el que
parece el hetero, sale corriendo despavorido porque "le toca a
él ponerse la falda". Bueno, los cuatro llevan pantallas
de televisión en la tripa, y en ellas echan clips de niños
y niñas hablando del camión de su papá o bailando
a ritmo de jazz o haciendo lo que sea. El resto del tiempo lo pasan
dándose un voltio por los campos. Una vez se encuentran un tambor
mágico que hace que las flores cambien de color, que las nubes
den volteretas y que los objetos salten de aquí a allá,
hasta que -voz del narrador- "y desapareció". En otra
ocasión, surgen cuatro ventanas en el cielo, y después,
alrededor suyo, una casa, y entonces una extraña figura empieza
a correr tras las cortinas murmurando algo y al final se abre la ventana
y se ve una marioneta que lleva un gorro azul sacando la lengua y diciendo
"muaa maa buaa baa mrrr blluu". Y la casa vuelve a evaporarse.
Fin de la escena. Otra vez Dipsy se va de paseo, y luego vuelve a casa
y se pone a bailar dando vueltas y vueltas y cantando "hogar hogar
hogar hogar hogar" durante, como poco, un minuto entero, y os juro
que la música era la de la canción Spam de Monty Python
(¿recordáis: "spam spam spam spam..."?). Después
hay un gran sol con una cara de bebé de verdad que hace extraños
ruidos infantiles. Y al final de cada programa, del suelo sale un auricular
de teléfono que entona "Llegó la hora del Tubby-adiós.
Llegó la hora del Tubby-adiós". Bueno, estos auriculares
salen cada dos por tres en los campos, como si fueran champiñones,
y a veces cantan cancioncillas sin sentido y a veces sirven sólo
para decorar. ¿Pero sabéis qué? Pues, de hecho,
son bastante agradables. A mí me encantan. Y no transmiten la
moralina de los Barney del yo te quiero, tú me quieres. Tratan
sencillamente de, bueno, del momento, de vivir el momento, más
o menos. María dice: "Con esto se demuestra que los bebés
de dos años están colgados". Considerando que Simone
[hija] me explicaba hoy que el sol brillaba "porque está
bastante nuevo de dragones y payasos" puede ser que María
tenga razón. En cualquier caso, tendréis que admitir que
esa razón de que el sol brille es tan buena como cualquier otra...
Los teletubbies
en la BBC
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I
know I wrote about television last issue and it would seem like I could
hardly sink any lower, and now I am writing about television for two-year
olds. But I have to tell you that what you should be watching is Teletubbies.
This is a British show for toddlers, now shown every morning on TVO, and
it is just the strangest, most surreal, druggiest half hour of television
you are ever going to see. Like Monty Python for babies, but more weird.
As you may have gathered from the recent media hard-sell, the Teletubbies
are four terrycloth humanoid creatures named Tinky-Winky, Dipsy, Laa Laa,
and Po (yes, really), who live in the Tubbytronic Superdome among psychedelically
green fields filled with fake flowers and real rabbits. They appear to be
two women, one gay male Tubby and one straight guy -- this gay theme seems
to have been a slightly later addition but creeps in regularly, e.g. when
Dipsy, the presumably straight guy, runs away screaming because "it's his
turn to wear the skirt". Anyway, all four of them have tv screens on their
stomachs, on which they show film clips of children talking about their
dad's truck or dancing to a jazz band or whatever. The rest of the time
they wander the fields. One time they find a magic drum that causes flowers
to change colour, clouds to flip over and objects to leap from place to
place, until, says the narrator, "it simply disappeared". Another time four
windows appear in the sky, then gradually a house appears around them, and
then a strange figure runs around behind the curtains muttering and finally
opens one window to reveal a puppet with a blue hat sticking out its tongue
and going "mwaa maa bwaa baa mrrr blluu", then the house fades away again.
End of sequence. Then another time Dipsy goes for a walk, then he goes home
and dances around singing "home home home home home" for at least one full
minute, and I swear it was to the tune of Monty Python's Spam song (remember
the one, "Spam spam spam spam ..."?). Then there's this big sun with a real
baby's face inside it making really strange baby noises. And at the end
of every show a telephone receiver comes out of the ground and intones,
"Time for Tubby-bye-bye. Time for Tubby-bye-bye." These telephone receivers
pop out of the fields all the time actually, like vegetation, and sometimes
they sing nonsense rhymes and sometimes they just pretty up the landscape.
But you know what? It's actually really nice. I like it. And it's perfectly
free of Barney-type moralizing about how I love you, you love me. It's just
about, you know, getting into the moment, more or less. Maria says, "So
what this proves is that two-year-olds are stoned." Given Simone explained
to me today that the sun was shining, "because it's really quite new of
dragons and clowns," Maria may have a point. Still, you have to admit that's
as good a reason as any for the sun to be shining ... |