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Pensamiento - Artes / Cultura

Volver a Artes / Cultura Algunas familias no tienen derechos humanos

Ir a webita de autora michelle (ford) renyé

Leyendo “The Housing Poem”* [el poema de la vivienda] de Dian Million hacia 2006, descubrí que el racismo contra los pueblos indígenas en Estados Unidos tiene similitudes con el que sufre el pueblo gitano en España. Hablamos de países con democracias. Como profesora de idiomas en el sistema público, doy a conocer a la gente que viene a clase de inglés, personas adultas, poemas como éste de Million, de escritoras. El arte nos permite limpiar la mirada de prejuicios, apunta a lugares donde hay aprendizajes significativos que nuestra cultura no nos permite percibir. Nos da visión para que podamos superar nuestros puntos de vista distorsionados, volver a conectar con los rasgos más positivos de nuestra especie. La poesía no se parece a esos montones de palabras que entierran nuestros talentos humanos para que odiemos a otras personas. Es como el activismo social, incapaz de cumplir el mandato identitario de nuestro autodestructivo mundo neoliberal.

Imagina una casa: un dormitorio, un salón, una cocina, un baño, un patio. Eres pobre pero encuentras casa que puedes alquilar. Un hogar para vivir con tus personas queridas. La adaptas a tus necesidades. Pones dos camas plegables en el dormitorio junto a la cama de matrimonio, dormiremos mamá, la abuela y yo; el salón tiene un sofá cama, y podemos poner ahí la cuna; en el jardín, una tienda con dos sacos. La vieja estufa de hierro fundido de la cocina es perfecta para reunirnos, pasar tiempo contándonos historias, cantando, riendo... El dueño de la casa presenta una demanda de desahucio.

¿Se siente el racismo? "Salvajes". ¿Cómo es posible que los pueblos indígenas sigan sometidos a ideas más acordes con la aterradora Doctrina del Descubrimiento? ¿Qué pasa con sus derechos humanos como cultura humana? ¿Qué significa realmente la pobreza?

Durante décadas, tuve que compartir piso. La especulación inmobiliaria en España supone la desprotección de este derecho humano y constitucional. Cuando murió nuestra madre, mi compañero de piso estuvo de acuerdo en acoger a mi hermano y a su novia. Yo monté una tienda en el balcón para que pudieran utilizar mi dormitorio. No nos demandaron. Sí oí a veces "bruja" (¡Somos la saga de las mujeres que sobrevivieron a vuestras horribles crímenes!), "gitana" (Opre Rroma!). Mis vecinas y vecinos blancos utilizaban sus casas "como es debido": la habitación para pasar tiempo en compañía estaba controlada por el televisor, siempre encendido, siempre educativo (nunca vivir o dejar vivir). En lugar de conversaciones, estas familias tenían peleas, pero siendo blancas, aquello se leía como una "prueba de afecto", no una amenaza. El sofá cama era sólo para la gente que se iba a ir al día siguiente. Montar tiendas de campaña en el balcón sólo era aceptable para personas pequeñas. La diversión es incompatible con la necesidad. Por eso cuando vemos reír a una niña que pasa hambre sabemos que está bien con ser pobre, no como "nosotros". Las familias nucleares blancas creen que su uso de las casas es "civilizado", a diferencia del que hacen las familias extensas; quienes, por cierto, se ven obligadas a vivir en casas diseñadas y propiedad de personas blancas. Los derechos fundamentales son sólo para ellas, esa gente que protege los espacios del mal uso. Un verano, tus primas necesitan un lugar donde quedarse para buscar trabajo, pero tú respondes "No" sintiéndote legítimamente hostil por su intento de abuso.

¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Racionalidad y empatía para encontrar respuestas no destructivas a los problemas? ¿Desarrollar nuestra comprensión de cómo lo personal está conectado con lo social, con la comunidad? Despreciamos lo que puede ayudarnos. Nos preocupa más proteger "nuestras cosas" que apoyar el bienestar de las personas en la comunidad. Creemos que la estigmatización y la pobreza que sufren otras personas es "su problema". Imponemos nuestro estilo de vida a todo el mundo, un estilo de vida que destruye lo que toca.

No se trata sólo de una cuestión de cada cual. Ejecutamos una opción cultural enloquecida por la misoginia, el racismo y otros sistemas de opresión que protegemos con nuestras vidas, convirtiéndolas en algo mucho peor de lo que podría ser, algo incluso indigno. Pero lo cierto es que, a pesar de toda la violencia soportada, las personas y las comunidades humanas continúan teniendo formas diferentes de entender la vida. Es preciso abandonar esta cultura de superiorismos, esta cultura de supremacías que induce a actuar como si la injusticia y la destrucción fueran algo necesario. Esa Historia de la Humanidad que vamos rescantando (humanstory, que integra la herstory además) en naciones-estado construidas sobre guerras genocidas y de aculturación nos muestra que necesitamos desesperadamente aprender a respetar la vida, aprender de los errores, reconocer nuestros crímenes y dejar de etiquetar todo y a todas las personas como posesión (lo que es cosificar la vida).

Las mejores cosas de la vida HUMANA no requieren gastar dinero, se relacionan con contar NUESTRAS historias, escucharlas. No sólo ver las historias de los medios de comunicación financiados por personas que explotan y desprecian a la mayoría de la humanidad. Reír con otras personas es una experiencia que nos llena de amor y energía, reírnos de la gente nos llena de violencia, degrada nuestra inteligencia. Cuidarnos crea una vida solidaria y sorora llena de sabiduría, no como temernos. Cuando aprendemos a conocernos es imposible odiar.

Afortunadamente, somos más que sólo producto de lo que impone la sociedad prevalente. Como personas de la especie humana podemos sentirnos cerca de cualquier otra persona. Nuestras asombrosas mentes humanas son extraordinarias para resolver problemas. Lo veríamos a diario si dejáramos de insistir en no verlo. Tener como prioridad la supervivencia significa conectar, no aislar, respetar nuestra preciosa diversidad, no ignorar y odiar. Es ahí donde está la clave para poder construir un mundo donde la prioridad sea convivir sin ejercer todas esas violencias.

Dian Million's The Housing Poem at the Talking People PodcastEscuchar “The Housing Poem” / "Poema de la vivienda", de Dian Million

Dian Million, de la nación Tanana Atabascana y de ciudadanía estadounidense, es escritora, activista, investigadora y profesora. “The Housing Poem” es uno de los poemas de mis talleres de inglés en el libro Sisters. Workshops with Poems. Los talleres permiten aprender a usar el idioma en el cotidiano, trabajando a solas con todas las destrezas comunicativas. También pueden usarse en clase para hacer orales diciendo los poemas y conversando sobre las cuestiones que nos plantean. El presente artículo de opinión lo escribí en inglés y traduje para Talleres en español traducidos de Sisters. Workshops with Poems, para ilustrar con un ejemplo práctico lo explicado en el taller de cómo escribir artículos de opinión, que sigue al taller de aprenderse de oído y trabajar con el poema.

 

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Webita creada en agosto 2023. Actualizada en septiembre 2024