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  Machismo en Internet
  Por Flavia A. Limone Reina
 
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
Introducción
Objetivos
Marco teórico
El análisis de 5 textos: 1, 2, 3, 4, 5, y textos originales
Conclusiones
Bibliografía
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III. Marco Teórico

El discurso machista como manifestación de la ideología patriarcal

Un primer paso que parece necesario es buscar una definición del concepto "machismo". De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el machismo es: “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” (RAE 1992: 910). Según esta definición sólo los hombres podrían ser considerados machistas. Nuestra definición de machismo es un poco más amplia y entendemos por tal las actitudes, acciones y discursos consecuentes con un sistema social (S. s./g.) en que los géneros son jerárquicamente organizados de tal manera que los hombres son quienes detentan el poder y las mujeres son subordinadas. Vistas así las cosas, el machismo no sólo estaría sustentado por varones (y no por todos ellos) sino también por mujeres. Es decir, por todas las personas que aceptan las creencias de la ideologia patriarcal. Muchas mujeres, socializadas en culturas patriarcales, consideran natural la diferenciación de roles que asigna a los hombres el papel de proveedores involucrados en el ámbito público y que las relega a ellas al de protectoras y responsables del espacio privado. Son partícipes de esta creencia y la reproducen en su quehacer diario como trabajadoras asalariadas o madres de familia y en sus discursos. Algunos hombres han cuestionado estas premisas, sienten que se trata de una práctica discriminatoria y no comparten la ideología.

Una tarea difícil, pero necesaria, parece ser aquí la de distinguir el concepto de machismo de otros afines. De especial relevancia nos parece la distinción que hace Victoria Sau en su Diccionario Ideológico feminista (2000) entre machismo y sexismo. Para esta autora, “el machismo lo constituyen aquellos actos, físicos o verbales, por medio de los cuales se manifiesta de forma vulgar y poco apropiada el sexismo subyacente en la estructura social. En el terreno sexual, por ejemplo, estos actos pueden ir desde el piropo hasta la violación, según los individuos. El machista generalmente actúa como tal sin que, en cambio, sea capaz de <<explicar>> o dar cuenta de la razón interna de sus actos. Se limita a poner en práctica de un modo grosero ( grosso modo ) aquello que el sexismo de la cultura a la que pertenece por nacionalidad y condición social le brinda”. En relación al patriarcado, tendríamos que definirlo como el imaginario social, el conjunto de “verdades rectoras” del S. s./g que contiene estos tres subsistemas (patriarcado, sexismo y machismo). De modo gráfico, esto podría representarse de la siguiente manera:


Por otro lado, el patriarcado con todas sus manifestaciones está sustentado por una ideología y se manifiesta a través de prácticas sociales como la relegación de las mujeres al ámbito privado, la discriminación salarial, la violencia conyugal y variadas formas de discriminación y dominio. Otra práctica social relevante en la que ahondaremos más adelante es el discurso.

Centrémonos ahora en la ideología patriarcal que sustenta el machismo. Definir la ideología resulta muy complejo. Es por esto que hay múltiples definiciones diferentes. La mayor parte de ellas -pero no todas como veremos más adelante- coinciden en pensar que ideologías son algo que “tienen otras personas” y que se relaciona con creencias falsas (Eagleton 1991).

Podemos entender el comportamiento machista como alimentado por una ideología si se entiende por ella "la base de las representaciones sociales compartidas por un grupo" (Van Dijk 1999: 23). El grupo al que nos referimos, está entonces constituido por quienes comparten las creencia patriarcales del S. s./g. Sin embargo, dado que he considerado el machismo como una manifestación práctica y concreta del sistema, postulo que en él son más evidentes las emociones que de ideología (la relación entre machismo y emociones aparece tratada en otro artículo en esta misma página web).

De acuerdo a Coddeta (1990) una ideología cumple funciones en tres niveles, a saber, el cognoscitivo (puesto que simplifica la realidad para facilitar así su interpretación), el afectivo (ofreciendo apoyo y elementos de comprensión en situaciones de crisis) y normativo (orientando el comportamiento político). Esto explica, también, que las ideologías sean tan difíciles de deconstruir puesto que producen una sensación de seguridad y marco de acción conocido.

La ideología, según Eagleton (1991) se relaciona con la legitimación del poder de un grupo social dominante. Este proceso de legitimación involucra, por lo menos, seis estrategias: un poder dominante puede legitimarse promoviendo creencias y valores que le son convenientes; naturalizando y universalizando tales creencias para hacerlas aparecer como autoevidentes y aparentemente inevitables; denigrando las ideas que lo desafían; excluyendo formas rivales de pensamiento tal vez de forma tácita, pero sistemáticamente lógica; obscureciendo la realidad social de maneras convenientes para sí mismo. Estas seis estrategias interactuan de maneras complejas. Sin embargo, otros autores (van Dijk 1999) difieren en depositar las ideologías exclusivamente en los grupos dominantes y reconocen como ideológicas las organizaciones de las minorías para resistir a los grupos dominantes. Así, las ideas feministas también constituyen una ideología: una ideología de resistencia. Por esta misma razón, van Dijk no considera que las ideologías se relacionen con creencias falsas, ya que dos posiciones opuestas –de las que se debiera pensar que una es falsa y otra verdadera a luz de la lógica- pueden ser consideradas ideológicas sin que se desprenda de esto una evaluación negativa.

La ideología patriarcal contiene en ciertas creencias que vamos a enumerar, al menos someramente:

- Los hombres son racionales mientras que las mujeres son emocionales.
- Los hombres están más capacitados para la vida pública y las mujeres más dotadas para la vida afectiva y privada.
- Los hombres son más activos y las mujeres más pasivas.
- Los hombres son más agresivos y las mujeres más pacíficas.
- Los hombres tienen grandes necesidades sexuales mientras que las mujeres tienen poco o nulo apetito sexual (las mujeres aman, no desean).
- Los hombres son físicamente fuertes mientras las mujeres son débiles.
- Los hombres son ambiciosos; las mujeres, conformistas.
- Los hombres son egoístas mientras que las mujeres son abnegadas y sacrificadas.
- Los hombres son psicológicamente fuertes y las mujeres, vulnerables.
- Los hombres son dominantes y las mujeres son sumisas.
- Los hombres son independientes; las mujeres, dependientes.

Estas y otras creencias se manifiestan y reproducen en las prácticas sociales llamadas sexistas (si son institucionales) o machistas (si son (inter)personales) de las que hablamos, ya sea mediante acciones o bien, mediante discursos que buscan mantenerlas estables e incuestionables.

¿Cómo se manifiesta la ideología patriarcal en el discurso machista? Es poco probable que un hombre (o una mujer) declare abiertamente ser machista y, en consecuencia, produzca un discurso orientado a perpetuar la ideología. Sin embargo, sí se hace de manera encubierta o, incluso, de modo inconsciente.

Como lo manifiesta van Dijk (1999) entre las prácticas sociales basadas en la ideología, los discursos juegan un rol central, aún cuando no sean las únicas. Los miembros de un grupo requieren de la comunicación para que una ideología nazca, crezca y se reproduzca.

Parker (1992) dice que el Discurso está formado por un sistema de oraciones y declaraciones que construyen objetos. De acuerdo al análisis de este autor, un discurso podría identificarse mediante diez puntos. No destacaremos los diez puntos puesto que esto carece de interés aquí, sin embargo, entre los criterios para el análisis del discurso me parece interesante destacar los últimos tres que Parker (1992) llama criterios auxiliares; se centran en instituciones, poder e ideología:

- Los Discursos soportan instituciones. Una práctica discursiva puede ser aquella que reproduce instituciones entre otras cosas. Un analista puede:
Identificar las instituciones que son reforzadas cuando este o aquel discurso es usado.
Identificar instituciones que son atacadas o subvertidas cuando este o aquel discurso aparece.

- Los Discursos reproducen relaciones de poder. Se puede hablar de discurso y poder al mismo tiempo. En este caso, el analista puede:
Observar qué categorías de personas se pierden o ganan con el uso del discurso.
Observar a quienes desea promover y quien podría querer disolver el discurso.

- Los Discursos tienen efectos ideológicos.
Sin embargo el análisis del discurso no siempre está relacionado con la ideología. La ideología en este caso es vista como una descripción de relaciones y efectos, y la categoría podría ser empleada para describir relaciones en un momento y periodo histórico particular. En este caso, el analista debiera:
Mostrar cómo un discurso se conecta con otros discursos que sancionan la opresión.
Mostrar cómo el discurso tiene en cuenta los grupos dominantes para hablar de sus narrativas acerca del pasado con el ánimo de justificar el presente y prevenir aquellos que usan discursos subyugados en la construcción de historia.

Si bien estas propiedades del discurso no, necesariamente, se aplican a todos, sí se aplican al discurso machista.

El discurso, en sus diferentes niveles, manifiesta las ideologías por medio de sus estructuras. Algunas de ellas (van Dijk 1996) son las siguientes:

- Estructuras fonológicas (tensión, picos, volumen, entonación).
- Estructuras gráficas (encabezados, caracteres en negritas).
- El ordenamiento y el tamaño generales (primero y después, más alto y más bajo, más grande o más pequeño, preponderancia e inferioridad).
- Estructuras sintácticas (el orden de las palabras, la topicalización, las relaciones de cláusulas: principal y subordinada, frontal o encastrada; construcciones divididas).
- Estructuras semánticas (explícito vs. implícito, detalle y nivel de descripción, macroestructuras semánticas vs. detalles).
- Estilo léxico (palabras de opinión negativa vs. positivas)
- Retórica (sobre y subestimación, eufemismo, lítotes, repetición).
- Esquemas o superestructuras (expresadas -o no- en categorías convencionales prominentes, por ejemplo, encabezados o conclusión, relato y argumentación).
- Pragmática (aserción contra negación, autocomplacencia vs. acusación).
- Interactiva (tomar su turno: autoselección y predominancia; mantenimiento y cambio de tópicos; comunicación no verbal: rostro y gestos).

Estas estructuras cumplen dos funciones: la de expresar las ideologías subyacentes por una parte, y por otra, persuadir.

La estrategia global que organiza esas estructuras del discurso ideológico es la presentación positiva del intragrupo y la presentación negativa del exogrupo. Esto suele hacerse sutilmente, más que directamente y se manifiesta en "una jugada semántica" (semantic move) o deslizamientos semántico (en la interpretación de Pérez y Zullo, 1999) (disclaimer) como negación aparente, énfasis del contraste, explicaciones, ejemplos, concesiones aparentes, invocación de credibilidad, etc. evidentes en oraciones como “no soy machista, pero…”, “creo que las mujeres tienen los mismos derechos que lo hombres, pero…”.

La categoría central que podemos reconocer en un discurso ideológico es la de un "nosotros" opuesto a un "ellos", en que el intragrupo se presenta con todas las características positivas y el exogrupo con las negativas. En el caso que nos ocupa más que pensar en una representación positiva de los hombres contra una negativa de las mujeres debemos pensar en una representación positiva de "nosotros" los machistas (por supuesto, nunca autodefinidos con esta palabra) sean estos hombres o mujeres, contra la representación negativa y amenazante de "ellas", las feministas. El/la machista no es "antimujer", puede, incluso, destacar aspectos positivos de las mujeres y ve en ellas aliadas contra el grupo opuesto que está dado por las feministas y los que quieren un cambio en la situación social de las mujeres.

La perspectiva de género

Un proposición central de la ideología patriarcal es que las diferencias de roles entre hombres y mujeres son dadas por la naturaleza o bien son de inspiración divina. Muchas veces, esta es la forma en que se justifica la mantención del estado de cosas y de la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres. De acuerdo a Burin (1996), y a Hernández (1998) los modos de sentir, pensar y comportarse de hombres y mujeres no tienen una base natural e invariable, sino que se apoyan en construcciones sociales basadas en características culturales y psicológicas asignadas de manera diferenciada a cada categoría. Así, "el género se define como la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y varones." (Burin, 1996). De acuerdo a la misma autora se ha producido en los países occidentales la puesta en marcha de dispositivos de poder materiales y simbólicos con el inicio de la Revolución Industrial que ha dado lugar a dos ámbitos de producción y de representación social diferenciados: el doméstico y el extradoméstico. Se han generado así dos áreas: una para varones (el poder racional y el económico) y una para mujeres (el poder de los afectos). Esto derivó en una serie de prescripciones respecto a la "moral familiar" que suponía en las mujeres una subjetividad ligada a características emocionales como la receptividad, capacidad de contención y de nutrición (no sólo de los niños sino también de su pareja masculina). Estas características se asociaron a los roles específicamente femeninos como el de esposa (que suponía docilidad, comprensión, generosidad), el de madre (amor, altruismo, capacidad de contención emocional) y el de ama de casa (servilismo, receptividad y modos contenidos de agresividad y dominación como para estar a cargo de un hogar). Para Montecinos (1998) las "virtudes" consideradas típicamente femeninas (como fidelidad y abnegación) son hoy consideradas como símbolos de la subordinación. Todas estas características son observables en los textos estudiados a continuación.