Pensamiento - Economía, empleo y consumo
Hacia una comprensión del vínculo entre la economía feminista y la soberanía alimentaria
Sarai Fariñas
- 1/5 Un día impregnado de la práctica de la economía feminista
- 2/5 Introducción a la comprensión histórica de la economía feminista
- 3/5 Economías feministas en plural
- 4/5 Economía feminista, soberanía alimentaria y defensa del territorio
- 5/5 Economía de los cuidados y cosmovisiones campesinas
Economía de los cuidados y cosmovisiones campesinas
En este punto es interesante detenerse en uno de los conceptos que surge dentro de la economía feminista y que presenta su más resbaladizo lado cuando lo miramos en los espejos de la cotidianeidad: la economía del cuidado. No por casualidad, en los 70, este concepto se rechaza por muchas de las corrientes feministas, al sugerir que la idea de cuidado es muy fácilmente aceptada por visiones que feminizan e incluso maternalizan el cuidado, naturalizándolo como lo propio de las mujeres/madres. Cuando Clara Murguialday preguntaba abiertamente a un grupo de hombres en Nicaragua si sentían que sus mujeres hacían todo el trabajo de cuidados a cambio de amor, y porque les venía dado por naturaleza, la respuesta era contundente: "Sí". Es en este punto donde la vida diaria nos invita a sentarnos en la silla de pensar: "¿Cómo recuperar el concepto de economía de cuidado para que sea liberador para todas aquellas mujeres cuidadoras que han intercambiado cuidados por afecto?"
Las mujeres campesinas, en sus múltiples identidades –como mujeres y como campesinas– han cumplido un mandato de género que tenía un pilar central: ser cuidadoras. Durante mi etapa en Guatemala, una mujer de Sipakapa me contaba cuál era su jornada laboral –ahora que un proyecto de cooperación le había "obsequiado" con paneles solares y habían conseguido consumirle hasta la última gota de su fuerza alargando la jornada laboral 2 horas más, que utilizaba para tejer–. Cada paso de esos exhaustos días que la compañera relataba tenía que ver con unos cuidados que ofrecía a fondo perdido a su familia y a su comunidad, y que permitían, en última instancia, sostener la vida. Es complejo intentar abordar este tema desde una pretendida neutralidad a la que me niego a acogerme porque creo que no existe, por eso os dejo con el interrogante: ¿Cómo tender puentes entre la certeza de que la mujer carga con los cuidados que deberían pertenecer a la totalidad de la comunidad y el respeto a cosmovisiones campesinas que imprimen un mandato de género que dicta que es la mujer quien debe cuidar?
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Publicado en mujerpalabra.net en noviembre 2015